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lunes, 29 de abril de 2013

La ortografía como factor de unidad lingüística


La ortografía es un poderoso factor de unidad lingüística. De hecho, uno de los objetivos que las Academias afirman perseguir con la Ortografía de la lengua española de 2010 es contribuir a dicha unidad.
El español es una lengua hablada por una ingente comunidad que abarca varios cientos de millones de personas. Como lengua oficial, está presente en cuatro continentes; y, de hecho, está representada en los cinco. No es extrañar, por tanto, que su pronunciación presente un sinfín de variantes. Por ejemplo, unos somos seseantes; otros, ceceantes; y otros, distinguidores. En unas zonas se ha impuesto el yeísmo y en otras todavía pollo se opone a poyo.
Toda esta variación queda recubierta por una ortografía esencialmente unitaria. Este párrafo, sin ir más lejos, sonará muy diferente dependiendo de si lo lee en voz alta alguien de Valladolid, de Sevilla, de Chiclana de la Frontera, de Buenos Aires, de Antofagasta, de La Habana o de Tijuana. La escritura hace abstracción de tales disparidades y unifica las palabras en una grafía común. Esto facilita el entendimiento. Imaginemos, si no, lo que ocurriría si los unos escribieran secesión; los otros, sesesión; y los de más allá, cececión. O si lo que en un pueblo es llorar en el de al lado se convirtiera en yorar y en otro, incluso, enshorar.
La ortografía desempeña, por tanto, una función unificadora frente a las variantes locales. Y esto no es una particularidad nuestra. Es así en cualquiera de las modernas lenguas de cultura. Es más, esta función cobra más relieve aún en casos como el del inglés, donde la variación de unos territorios a otros puede llegar a ser drástica; o en el chino, con variedades lingüísticas o dialectos que no siempre son mutuamente comprensibles de palabra, pero sí por escrito. Esto fue así, incluso, en el latín arromanzado de la época medieval, que era latín por fuera y lengua vulgar por dentro: sobre el papel, para las personas cultas (o sea, quienes sabían leer y escribir), era latín; pero al leerlo en voz alta se transformaba por arte de birlibirloque en la lengua que hablaban todos corrientemente y que se iría convirtiendo poco a poco en castellano, normando o toscano.
Si la escritura garantiza la unidad en la dimensión espacial, también lo hace en la temporal. La ortografía es, por naturaleza, conservadora, por lo que no refleja inmediatamente las alteraciones en la pronunciación que se van acumulando con el tiempo. Nuestro actual sistema de reglas se basa en la ortografía académica de 1815. Se eliminaron entonces algunos de los desajustes entre escritura y pronunciación que venía arrastrando la tradición ortográfica castellana como resultado de cambios fonológicos o de inconsistencias históricas. Así, por ejemplo, la equis podía representar el fonema /j/ como en exemplo y la secuencia de fonemas /ks/, como en éxodo. Al eliminar esta y otras irregularidades, se facilitó el aprendizaje de la lectura y la escritura. Pero nada es gratis, como podemos comprobar cuando cae en nuestras manos un libro antiguo: hay una barrera ortográfica que dificulta el acceso.
Del mismo modo, si mañana nos decidiéramos a acometer una reforma que acercara la escritura y la fonología, todos los documentos impresos y electrónicos que venimos acumulando desde el siglo XIX se tornarían ilegibles para las generaciones que se alfabetizaran con el nuevo sistema. Por eso hay que tentarse muy bien la ropa antes de lanzarse a tales empresas, que suelen generar resistencias de todo tipo entre quienes ya saben leer, que acarrean costes económicos considerables y provocan una ruptura de la tradición cultural.
Pero todo esto es solo una vertiente del problema, que es la que tiene que ver con la unidad interna de la lengua. La ortografía académica es sumamente respetuosa con ella. Y la seguirá respetando de grado o por fuerza. Todos hemos sido testigos del revuelo que se ha armado cuando se han retocado algunos aspectos marginales del sistema de acentuación gráfica, como eliminar la tilde deguion o no tildar la o cuando va entre cifras. Como para plantearse simplificar el uso de ge y jota o, no digamos, eliminar la hache…
Sin embargo, este mimo de la unidad interna deja paso a un furor reformista cuando de lo que se trata es de la otra vertiente de la unidad lingüística, la que podemos denominar unidad externa. Nuestra lengua no ha estado nunca aislada. Se ha ido conformando en el contacto y el intercambio con las lenguas de su entorno geográfico y cultural. No es posible entender lo que es hoy el español sin tener en cuenta que forma parte de una comunidad lingüística y cultural en la que convive dentro de la península ibérica con el gallego, el portugués, el euskera y el catalán; y, pasados los Pirineos, con el francés, el inglés, el alemán o el italiano. Los pueblos que hablan estas lenguas han mantenido y mantienen intensas relaciones lingüísticas, comerciales, políticas, religiosas, artísticas, etc. Por encima de sus diferencias evidentes, comparten una historia, unos valores, una visión del mundo. En América, en África o en Asia, la lengua española ha seguido cultivando y estrechando los lazos con las otras lenguas europeas que, como ella, hicieron el viaje a estos continentes y, además, los ha extendido a las lenguas nativas como el quechua, el aimara o el tagalo que sobrevivieron al encontronazo con los europeos.
Todas estas lenguas comparten una porción considerable de su léxico, que está formada por los denominados internacionalismos. Cualquier hispanohablante estrictamente monolingüe, pero con hábito de lectura, reconocerá sin mayor dificultad un gran número de palabras en un periódico inglés, francés, alemán o danés. No hay que ir a Oxford ni a Cambridge para entender por escrito la palabra inglesa action. Sin embargo, si una reforma ortográfica del inglés la convirtiera mañana en algo así como ækshon, nos ayudarían a pronunciarla, pero la dificultad inicial de acceso al inglés escrito se incrementaría considerablemente.
No es de extrañar por ello que tengan una pésima acogida ocurrencias como la de castellanizar grafías asentadas como la de Qatar. La forma con cu es claramente la que predomina a escala internacional para el nombre de ese país. Al convertirla en Catar, hacemos una dudosa aportación a la facilidad de escritura del castellano al precio de convertirnos en una isla lingüística. Teniendo en cuenta que en el mundo de hoy el acceso a la información se realiza preferentemente a través de Internet, por escrito y no necesariamente en castellano, esa supuesta facilidad se puede convertir en un quebradero de cabeza cada vez que queramos localizar las últimas noticias sobre algún acontecimiento producido en ese país o, simplemente, comprar un billete de avión para visitarlo. Cuando alteramos la grafía de topónimos e internacionalismos, estamos levantando barreras donde no las había.
Además, estas innovaciones académicas tienden a ser de ida y vuelta. Quienes adoptaran en su día la grafía camicace se encontrarán hoy con el paso cambiado porque las Academias han vuelto ya al redil internacional y nuevamente prefieren la forma kamikaze. La castellanización de güisqui tuvo el éxito que el sentido común permitía esperar. Pero nuestros académicos vuelven a la carga en laOrtografía de 2010 (pp. 86-87) y nos proponen que escribamos wiski. Y digo yo: el whisky ¿no sería mejor no tocarlo?
En definitiva, es cierto que la ortografía constituye un factor de unidad lingüística; pero también lo es que esa unidad se da, asimismo, en un conjunto orgánico que rebasa los límites de nuestra comunidad de hablantes y que quizás este sea un valor que también convenga respetar.
¿O no? ¿Tú qué piensas?

Ensayo para Taller / 2º semestre

El cuarto parcial se calificará con un ensayo de acuerdo a lo convenido antes de las vacaciones de semana santa.
Debe cumplir con las condiciones especificadas en clase.
-Tema libre.
-Extensión mínima: 15 cuartillas.
-Presentación, desarrollo y conclusiones.
-Insertar notas al pie de página y citas textuales apropiadamente.
-Antes de la entrega final -el día del examen- deberán presentar seis avances para corregir e indicar rumbos.
-Sin las seis correcciones no se recibirá ningún trabajo y la calificación será reprobatoria.
-Utilicen letra arial, 12 puntos.
-El interlineado deberá ser de 1.5 puntos.
-Revisen el manual de la APA que les mandé.
Nota sobre el comentario repetido durante las últimas sesiones en relación al enfoque del trabajo:


No quiero una recopilación de muchos expertos opinando sobre la crianza de los caballos, la apicultura, o el devenir de la humanidad. Espero que predominen las voces de mjs alumnos explicando cómo fueron emocionados, afectados o esperanzados al enfrentarse a cualquiera de los temas elegidos, porque se trata de un ensayo personal donde las opiniones ajenas deberán ir siempre bien referenciadas como nota al pie o como cita textual. 

De cumplirse con los requisitos previos los ensayos serán revisados por última vez y se calificarán de acuerdo a los siguientes puntos: 
Originalidad 
Redacción 
Ortografía. 
Utilización de notas y citas. 
Claridad en el desarrollo de ideas. 
Presentación

Literatura II

Les mandé Rayuela.
Lean dos capítulos.
Los que ustedes elijan.
Escriban un comentario de dos cuartillas sobre sus descubrimientos.

Se entrega el Día del Niño.

sábado, 13 de abril de 2013

Exámenes marzo-abril 2013

Taller de Lectura y Redacción II
Bloque 7 del libro
Textos denotativos
Textos connotativos
Prefijos
Sufijos
Palabras primitivas, simples, derivadas, compuestas.
Bloque 8 y 9  del libro
Textos recreativos
Géneros literarios
Épico - narrativo
Lírico - poético
Dramático- teatral
Prosa poética
Características del teatro.

Literatura II
Neoclásico
Características de la literatura de los virreinatos
Romanticismo
Realismo
Naturalismo

Etimologías II
Locuciones latinas de uso en la actualidad
Interrogación en latín
Vocabulario
Texto leído durante las últimas clases

domingo, 7 de abril de 2013

Cómo usar la palabra nadie de manera correcta


Concordancia: nadie

Alberto Bustos
Nadie es el contrario de alguien y por eso se comporta exactamente igual que él cuando impone su género, número o persona a otros elementos de la oración, o sea: es un pronombre de tercera persona, masculino y singular. Para que esto quede claro, lo mejor es ver un par de ejemplos en los que la concordancia es correcta:
(1) Nadie supo explicarlo [Jorge Volpi: En busca de Klingsor]
(2) Pues sí, nadie es perfecto [Almudena Grandes: El corazón helado]
En la oración (1) nadie funciona como sujeto. Hemos dicho que es un pronombre de tercera persona y singular. Por eso el verbo adopta la forma supo en lugar de supimos, supisteis o supieron. En (2) podemos ver además que es masculino porque no solo el verbo concuerda en tercera persona singular (es), sino que el adjetivo perfecto tiene terminación masculina. No sería posible aquí Nadie somos perfectos, Nadie es perfecta ni nada por el estilo. Basta con hacer una pequeña modificación en los ejemplos para comprobar que la concordancia replica la dealguien:
(3) Alguien supo explicarlo
(4) Pues sí, alguien es perfecto
Nunca se nos ocurriría decir
alguien supimos explicarlo o alguien somos perfectosEn definitiva, nadie es pariente de alguien, también a efectos de concordancia.
Por lo que acabamos de explicar, ya podemos ver que uno de los usos incorrectos de nadie consiste en tratarlo como si llevara dentro un nosotros y hacer concordar el verbo entonces en primera persona del plural, por ejemplo:
(5) Si nadie
queremos a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente de la comunidad de vecinos?
Para el error de (5) tenemos dos soluciones. Si queremos mantener el nadie,tenemos que dejarlo así:
(6) Si nadie quiere a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente?
Si lo que intentamos es resaltar la implicación de quien habla y de quienes tiene a su alrededor, tenemos que echar mano de ninguno, que sí aguanta esto:
(7) Si ninguno queremos a Fulgencio, ¿por qué tiene que ser él presidente?
Cuidado, porque es igualmente erróneo convertir el nadie en nadie de nosotros:
(8) Lo que está claro es que nadie
de nosotros quiere que Fulgencio sea presidente de la escalera
También es un error tratar a nadie como si llevara dentro un vosotros o un ellos,que es lo que se hace en estos ejemplos:
(9) Nadie decíais nada
(10) Nadie sabían que estábamos allí
Para estos dos ejemplos es correcta la concordancia en tercera persona singular:
(11) Nadie decía nada
(12) Nadie sabía que estábamos allí
En resumen, la concordancia de nadie sigue el modelo de alguien. Si no podemos decir alguien queremos, tampoco diremos nadie queremos. Es alguien quiere nadie quiere.


Concordancia: nadie