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sábado, 15 de junio de 2013

Cada vez que usas un adverbio terminado en "mente" matas una neurona.

Los adverbios acabados en “-mente”:
¿Uso…?
Es normal, entre los noveles escritores, el uso excesivo de la partícula adverbializadora «mente»: claramente, adecuadamente, profusamente, inconvenientemente…
¿Cuál es el porqué de esta tendencia? Varias pueden ser las causas:
El pensar que el uso de tales adverbios imprime más cultura y seriedad al escrito.
Que el escritor sea persona proveniente de registros lingüísticos en los que se usan en exceso, como es el caso del uso forense (juristas, administrativos) o el periodismo.
Que son fáciles de usar y dan la impresión de completar ideas ahorrando palabras.
¿… o abuso?
En realidad, el abuso de este tipo de adverbios es un problema para el escritor:
No sólo indican poca cultura, sino también pobreza de recursos.
El texto en el que abundan suele ser romo, pobre, inexpresivo.
Sirven, en especial, para evitarle al escritor el esfuerzo de buscar la palabra adecuada.
Hacen evidente la pereza mental.

Un símil
Los adverbios terminados en mente son como los troyanos de una computadora, que remiten a otros (en este caso los lectores) información sobre cómo está configurado ese “disco duro” que es el cerebro del escritor, sobre cuál es la profundidad de su cultura, acerca de cuánto ha leído, e incluso de qué tipo de registro ha utilizado antes de dedicarse a escribir (jurídico, administrativo, periodístico…). Es preferible no dejar este tipo de rastros.

Un ejemplo…
No resulta nada estético escribir así:
«Evidentemente aquel hombre se hallaba entre la espada y la pared. No pensaba en nada, simplemente, se dejaba llevar por sus sentimientos. Se había comportado adecuadamente en todas las situaciones vitales que le había tocado vivir; sin embargo, tanta prudencia lo empujaba, inevitablemente, a ser diferente al resto de sus congéneres que vivían tan peligrosamente».
La mayor parte de los adverbios terminados en mente pueden tacharse sin más del discurso y este no pierde ni un ápice de su significado. En otros casos bastará con sustituirlo por los vocablos adecuados. Así quedaría el párrafo anterior, una vez expurgado:

«Aquel hombre se hallaba entre la espada y la pared. No pensaba en nada, se dejaba llevar por sus sentimientos. Se había comportado con corrección en todas las situaciones que le había tocado vivir; sin  embargo,  tanta prudencia  lo empujaba a ser diferente al resto de sus congéneres, cuya vida era tan peligrosa».

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