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jueves, 26 de marzo de 2009

El luchador / Invención de Cecilia Alejandra de 2º semestre


Los alumnos recibieron 15 palabras elegidas al azar y con ellas construyeron historias fantásticas.



Hace mucho tiempo tuve una cita a ciegas con un hombre de Monterrey, lo conocí por internet gracias a una amiga que le pasó mi correo electrónico. Ése mismo día tenía mis dudas, mi amiga trató de convencerme y a medias cumplí con el compromiso. No sabía que ropa ponerme, tardé muchas horas en arreglarme porque quería ir muy presentable ya que me habían dicho que él era muy guapo. Saqué mi mejor abrigo por ser mediados de diciembre. En ése tiempo trabajaba como maestra en una reconocida universidad impartiendo clases de redacción a alumnos de primer semestre, tratando temas como la correcta redacción de textos universitarios y un mejoramiento en el uso de verbos, adjetivos, adverbios, entre otros.
Llegó el día del encuentro, me encontraba muy nerviosa y sin saber qué hacer, la cita había sido pactada en un bar de la ciudad, al cual nunca había asistido. Tan pronto llegó éste hombre me dio una gran sorpresa, era un luchador y portaba con él una máscara, me quedé impresionada y a la vez con ganas de salir corriendo de ahí. Él se llamaba Miguel apodado “El Furias”, quien era el gran adversario del famoso luchador “La Parka”. Le advertí al instante de saludarlo que si me ponía un dedo encima yo simplemente me iría del lugar. Después de todo él mencionó que a pesar de su aspecto, podría llegar a ser muy afectivo y nada rudo y afirmativamente, al empezar una charla con él me pareció muy agradable. La noche siguió y entramos más en confianza, hasta que me dí cuenta que al lado de mí se encontraba mi media hermana que sólo estaba escuchando todo, al darme cuenta no me quedó otra más que irme, me despedí de él y toda la noche no dejé de pensar en la amabilidad de aquél luchador y de su ambición por tratar de tener una buena amistad conmigo. No me importaron sus callos en las manos, ni su barba a medio rasurar y sus probables ampollas en los pies por tanto luchar. Jamás supe su apellido pero esa máscara nunca la olvidaré, tal vez mis sueños se fueron entre los arbustos y pudo haber sido el hombre de mi vida, pero estoy segura que alguien más llegará.

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