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jueves, 11 de octubre de 2012

Las cavernas



José Armando Salcedo Delgado
3º semestre de preparatoria

¿Qué es una caverna? Todos tienen una, o varias. No me refiero a la casa donde vives. Tampoco a una cueva antigua, con pinturas rupestres .Una caverna, o al menos como lo refiere Platón, tiene que ver con tus alrededores, tu cultura, tus ideologías, tus costumbres, tu forma de concebir al mundo. Tu caverna influirá de forma determinante en el paradigma de tu vida diaria.

Puedes vivir dentro de una caverna sin ningún problema toda tu vida. Te sientes cómodo, o al menos conforme y seguro, con el panorama dictado por la caverna. No hay necesidad de ahondar más. Es más, ni siquiera piensas de forma existencial en la caverna que habitas, solo la aceptas. Pero, comparado con la visión que tiene la gran mayoría de tus semejantes, tu caverna es pobre e inferior. ¿Por qué? ¿Por el simple hecho de ser distintas? Ambas cavernas parecen satisfacer a sus habitantes. Conceden seguridad y, probablemente, felicidad.

¿Será que la ciencia, junto con todos los frutos que ésta conlleva, es una caverna enorme, y muy crítica? La religión y la magia toman lugares muy relegados y separados de la ciencia actual. Están peleadas.

Un típico ejemplo: el origen de los humanos. Con el avance de la ciencia, más y más pruebas respaldan a la teoría de la evolución, postulada en un inicio por el naturalista Charles Darwin. Aún así, hay personas negando su veracidad, apoyando al creacionismo o al Diseño Inteligente, por decir algunos ejemplos distantes, unas cavernas alternas.

Me gusta esta frase de Thor en su última película: “La magia es ciencia que aun no entendemos”. Tal vez, la caverna científica es inferior, comparada con la que sí comprende a la magia.

Apliquemos la metáfora cavernosa a la pelea, que ya parece clásica, entre los líderes de los sistemas operativos para móviles. Los que han probado el sistema operativo de Apple, se habán dado cuenta de la enorme variedad de programas a su disposición, una interfaz muy sencilla de operar y un diseño envidiable de aparatos, todo esto dentro de un ecosistema cerrado. Es una caverna agradable, pero ¿acaso no pueden serlo también las demás opciones, como Android, por ejemplo?

¿Cuál es mi punto? Bueno, el hecho de clasificar a una caverna como mala o buena es meramente subjetivo, y depende de la caverna dónde estás. Es difícil salir de tu caverna, y aceptar paradigmas distintos a los propios. Es incómodo adaptarse a lo sui generis. Puede pasar que te repugna lo descubierto, o te dejas iluminar por el exterior de tu caverna.

Es interesante salir de tu caverna. Por ejemplo, hace poco me explicaron cómo funcionan algunos procesos fiscales y económicos, como los impuestos o la demanda de productos. Yo, en lo personal, estoy en conflicto con la economía. No logro entenderla a la primera. Cuando me lo explicaron con paciencia, porque puedo ser un poco desesperante, me sentí genial. Salí de mi caverna un rato y aprendí.

Hablando de aprendizaje, la escuela es un excelente ejemplo de caverna. Los alumnos, atados a sus bancos sin libertad, ven día tras día las sombras tenebrosas de los temas que, poco a poco, quedarán impresos en sus cabezas, gracias a una amenaza constante de examen. Tal vez suena un poco macabro. Pero, a los niños chiquitos les puede parecer factible. Ronda el rumor de que fue en la escuela donde se inventó la palabra “silencio”, pues es más fácil enseñar si todos están calladitos y sin rezongar. La conversación y los paseos son la mejor manera de aprender, así lo expresaba Aristóteles. De esta forma, se desarrolla el deseo de aprender, de investigar por sí solos. Uno debería ir a la escuela para salir de su caverna, no para entrar en otra.

La ignorancia y el conocimiento son dos cavernas opuestas. Aunque, si los de la segunda caverna invitan a los de la primera a unirse, muchos se resistirán. Es esperada esta reacción. Desde mi punto de vista, la ignorancia es mala. Es ella la que te mantiene un una caverna. En cambio, la curiosidad, la crítica, el escepticismo, te sacan ipso facto de tu caverna, gústete o no lo que veas.

Pero, ahora vean el otro lado de la moneda. ¿Por qué los nacos no se preocupan por cambiar (al menos una gran parte de ellos)? Porque se sienten a gusto, felices. No hay necesidad de cambiar de caverna. Si eres un ferviente budista, y te hablan de la palabra de Jesús (los tan esperados testigos de Jehová que tarde o temprano tocarán tu puerta, por ejemplo), ¿qué pensarás? Ignóralos, estoy a gusto como buen budista.

No justifico de esta manera las diversas cavernas que todo el mundo disfruta o sufre. Por ejemplo, los nacos (manifestación explícita de la ignorancia) se conforman con lo que ven. No se aventuran más allá, para encontrar más conocimiento. El humano regular es curioso por naturaleza, por eso cada cultura logra explicarse preguntas que todos llegarán a hacerse algún día, como el origen del universo, o el nacimiento de los humanos.

Uno puede negar la realidad, aferrarse a su caverna ciegamente. Recuerden, al final de Hombres de Negro 2, K le dice a J que es un novato, por no conocer las dimensiones de su caverna. Ellos son solo un casillero más de entre cientos en un mundo desconocido.

Hace poco una compañera hizo referencia al tipo de ambiente de nuestra escuela. Dijo que era muy tranquila, sin situaciones que otras escuelas presentan, como bullying, alumnado excesivo, etc. Decía que, el hecho de haber estudiado en este tipo de escuelas le dio experiencia para la vida, cosa que parece no aprenderse aquí. Tiene mucha razón. Nuestra caverna es como una burbuja aislada, tal vez no en proporciones descomunales, pero lo suficientes para ignorar de vez en vez cómo es la vida real.

La vida allá afuera es muy distinta, cosa que suele recordarme mi papá. Enfrentarás cosas solo, y no hay tiempo para titubear. Sales de tu caverna para afrontar los desafíos diarios de la vida. Un ejemplo personal es la calle. A mí me suele engañar mi sentido de orientación. No me sé la mayoría de las calles de mi propia ciudad. Y, para amolarla aún más, poco he experimentado un transporte diferente a un automóvil. Cero autobuses. Mi caverna me debilita frente a la vida exterior, cosa que deberé cambiar en el futuro.

Como al entrar en cualquier terreno nuevo, hay que explorar, curiosear, aprender, si se tiene la iniciativa para hacerlo. Eso, en mi opinión, es lo que impulsa a un hombre a salir de su caverna, buscar respuestas diferentes a las suyas, sacrificar su comodidad o conformismo con su antigua caverna, y arriésgalo todo, hasta a ser apartado de los tuyos. Algunos genios, quienes portan nuevas ideas, eran tachados como locos al escapar de la caverna común. Eran visionarios incomprendidos, adelantados a la época donde vivieron. Por ejemplo, cuando Nikola Tesla empezó a publicar sus postulados y planos de la corriente alterna, éstos no fueron recibidos de forma positiva en su totalidad, pues la corriente directa, la más difundida, parecía más fiable. En la actualidad, gran parte de las aplicaciones eléctricas suceden gracias a la corriente alterna.

Así, las cavernas pueden ser malas o buenas, te debilitan, fortalecen, complementan, satisfacen o simplemente te conformas con ellas. Se nos ha repetido de forma constante que el hombre tiene como meta fundamental ser feliz. Quedarte o salir de la caverna te ayudará a cumplir este objetivo. Al final, te das cuenta de que no existe la caverna perfecta. Como dice Albert Einstein: “Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.”

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