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jueves, 11 de octubre de 2012

Los cavernícolas


Énder Velarde García
3º semestre de preparatoria
En esta composición no pretendo encontrar resultados científicos. Más bien, reflexiono y respondo cuantas preguntas puedo; para profundizar así en uno de los tantos temas que apasionan al hombre; el pensamiento como reflejo del momento en el que vivimos.
La alegoría de la Caverna de Platón plantea una situación en la que un hombre encerrado en una caverna oscura escapa hacia a la luz. Se aprecia un contraste de colores descomunal. Hasta el aire que se respira es nuevo.
El fugitivo regresa a la Caverna a contar la experiencia a los que permanecieron en el interior por un designio superior.
No le creen, le desprecian, lo expulsan de su comunidad y lo dejan caer en una oscuridad más solitaria.

La alegoría de Platón brinda elementos para reflexionar. Me atavío de preguntas que dudo pueda responder por lo menos con credibilidad, pues lo verdadero parece escapar de cualquier análisis.
Parto desde una pregunta cuya respuesta quizás se distancie de la realidad más creíble.

Respondo preguntas
¿Cómo pensaban los cavernícolas de 25,000 años atrás? ¿Cómo trabaja el inconsciente de una persona pasiva o un deportista? ¿Cómo es el cerebro de un escritor? ¿Los deportes se inventaron por accidente?
La alegoría de La Caverna bien puede encajar en situaciones de lo más cotidianas, o en aquellas muy específicas.
La Caverna es una analogía entre la mente humana, prestando especial atención en el proceso de pensamiento donde se encuentra nuestro “yo”. Somos reflejo de lo que vemos, sentimos y recordamos.
Para demostrar que cada persona está atada a lo que ha vivido, sentido y pensado, repasemos cada uno de los textos expuestos en la clase de literatura esta mañana.
Todas las composiciones abordan el tema de la alegoría de La Caverna. Cada compañero se desenvuelve en un estilo propio e irrepetible. Cada quién a su paso.
La alegoría de La Caverna incita a hacerse preguntas.
A modo de recomendación general, podríamos empezar preguntándonos qué hay de nuevo en nuestra casa. ¿En qué se diferencia del día de ayer? ¿Hubo cambios importantes?

Después de realizar el ejercicio anterior podríamos preguntarnos qué cambios ocurrieron en el camino de nuestra casa a la escuela.
Más allá de cambios físicos, están los espirituales. ¿Qué siento al salir de casa? ¿Por qué?
Transcurre el año 2012 del siglo XXI. Es martes, aunque el día podría parecer lunes o miércoles.
Estamos atrapados en el conjunto de objetos, personas y situaciones abstractas a las que nos enfrentamos todos los días.
Es como el acto de escribir un cuento. El escritor escribe sobre lo que ve, lo que le apasiona, y se define mediante el contexto de producción.
Podría decirse de manera más poética, que la vida es como un cuento. Si no lo crees, no funciona.
Sería emocionante que cada uno de nosotros encontrara su caverna y se decidiera a encontrar la luz.
Pero, ¿qué conforma a la caverna? No sólo cuenta nuestro sistema educativo empecinado en volver a los estudiantes ignorantes. Tampoco la televisión que pretende culturizar a la población con basura.
Uno mismo construye buena parte de la caverna.
Quizás para sentirnos seguros en un área que parecemos controlar.
Me pregunto si las cavernas deben por ley ser oscuras.
¿No se puede construir una caverna que tenga luz?
Supongo que sería posible, pero la luz será artificial, porque uno mismo construye su caverna para estar a gusto.
En lo personal, me gusta mi caverna, aunque tenga una buena cantidad de defectos. Las goteras llenan y llenan cubetas. A veces hay murciélagos, y no es que no me bañe ni que sea “darks”.
Un ejemplo de una habitación de mi caverna sería el de mi oficio de escritor.
¿Alguna vez se han preguntado cómo pienso? ¿De dónde aparecen los cuentos? ¿Los escritores están locos?
Estoy seguro de que algún tipo de locura habrán de tener los escritores para convertir lo más cotidiano en algo fantástico.
Un escritor es capaz de deformar el pensamiento. De ver muchas posibles realidades. Salir a la calle y recabar material para escribir cuentos.
Me parece increíble, pero al mismo tiempo me pregunto si el estar atado a una caverna de escritor (digo atado, porque el oficio es de por vida) es un problema o un don.
¿Qué me habría dicho Platón, o por lo menos los cavernícolas?
Una caverna de por sí es oscura como para desear que la noche se extienda más allá de las veinticuatro horas. Cuando el pensamiento resulta inexistente cuesta más trabajo levantarse. Las personas tropiezan, se ciegan, y hasta se vuelven sordas cuando es siempre de noche.
Lástima que no podamos transformarnos en murciélagos para resignarnos y vivir en las cavernas más distanciadas de la realidad.
Y sé bien que pagar el recibo de la luz es caro, pero hay que hacer un esfuerzo.
La noche desaparece pensando.
Nuestra Caverna es la realidad mezclada con nosotros mismos, que como buenos seres imperfectos, la construimos mal. Eso sin considerar que lo heredado mediante el desarrollo de la civilización esconde infinidad de problemas.

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