Taller de Lectura y Redacción II
Gerardo Carmona Gómez
La última clase el profesor preguntó respecto a una de las representaciones de nuestro sistema solar. Después de eso, leímos un texto referente al tema, en el cual se describía cómo el autor intentó hacer un modelo a escala del Sistema Solar. En la escala utilizada en el experimento del texto, un milímetro representaba un kilómetro; el resultado abarcaba a todo el Continente Americano, quedé maravillado con la exagerada distancia dentro de un mismo sistema.
En algunas de sus reflexiones, el astrofísico Carl Sagan (1934-1996), refería la inmensidad del cosmos en el que nos encontramos. Hablaba respecto a las miles de millones de galaxias, en las cuales hay billones de sistemas solares, entre los que está el planeta que habitamos. Debido a la enorme cantidad de planetas existentes, es muy probable que haya otros seres en el universo, que pueden ser más grandes que nosotros, no humanoides, con distintas habilidades; o quizás más pequeños, imperceptibles, las posibilidades son tan grandes como el universo mismo. ¿Qué es lo que conocemos como grande?, ¿y lo pequeño? Me parece que muchos utilizamos un punto de comparación muy subjetivo. Dada la inmensidad del cosmos, ¿no somos nosotros diminutos? Si el universo es tan inmenso y el hombre está consciente de ello, ¿por qué sigue llamando grande a algo que está presente en su mundo? ¿No debería basarse, más bien, en lo más grande que conoce para hacer una comparación más objetiva?
¿Y no somos, acaso, los átomos que conforman a las células de una galaxia? Claro, en este caso los átomos serían diferentes para todas las células.
El humano suele definir como grande a lo que es mayor que él mismo o aquello que tiene una medida superior a la que él está acostumbrado. Por el contrario, le llama pequeños a todo lo que está por debajo de una medida promedio.
Pequeño puede interpretarse como un sinónimo de inferior, de menor importancia o menor efecto sobre su entorno, pero, todo lo grande está conformado por lo pequeño. Uno puede pensar “claro, está conformado por lo pequeño en grandes magnitudes, entonces, algo pequeño no es de tanta relevancia...”, evidente, pero eso no quiere decir que algo pequeño no pueda traer cambios mayores. Verbi gratia, un virus no benévolo tiene la capacidad suficiente como para dañar o incluso exterminar a una población. Entonces, no se necesita ser tan grande para lograr un cambio radical.
¿Y si un grano de arena es un asteroide para otros seres vivos?
El profesor también hizo referencia a los cuentos de ciencia ficción en los que un individuo de la especie humana se encogía lo suficiente como para caber en un átomo, el cuál representaba un sistema solar al estar formando un compuesto con otro. Eso me hizo percatarme de la similitud del planeta en el que vivimos con un átomo. El planeta Tierra está orbitado por una luna, además de estar compuesto, en su mayoría, de agua; los átomos de hidrógeno (principal componente del agua), son orbitados por un electrón. Simple coincidencia.
A aquel que esté leyendo esto: fíjese al lado del punto y a aparte de este párrafo, ¿puede verlo? ¿No? ¡Es un átomo! ¡Y otro! ¡Y otro más! Dudo que llegue a terminar de contarlos. Qué genial, todo eso es tan pequeño, hace que mi autoestima aumente, “soy más grande, soy superior”, pero luego recuerdo el resto del universo; no importa, siempre ha sido así.
El día en que escribí esto, me corté. Fue una herida larga pero no profunda. Dado el tema, comencé a pensar en cómo las plaquetas se unían para cerrar la herida, y recordé que si no contaban con los recursos necesarios, la herida tardaba más en sanar. ¿No trae algo más a la mente? En la vida diaria, cuando un país es dañado por un fenómeno natural y no cuenta con los suficientes recursos, difícilmente sale adelante. ¿Las “sociedades” microscópicas y las de nuestro tamaño no actúan de manera similar?
Si corro mi dedo en un área determinada de esta hoja, ¿estaría matando seres microscópicos? Corriendo el dedo a cierta velocidad se genera calor; la masa de los seres en tan poca que se consumirían muy pronto, ¿o no? ¡Rayos! Ya no podré hacer nada sin sentirme culpable.
Imaginen que fuésemos un poco más pequeños que una viuda negra (la araña), podríamos montar cucarachas y escarabajos, que en algún tiempo podrían haber formado parte de las guerras; el país con los insectos más agresivos domesticados sería temido por los demás.
Debido a su tamaño, más humanos habitarían la tierra. Quizás las razas no estarían distribuidas como lo están ahora. La alimentación del ser humano sería un poco distinta, pues algunas especies de animales no se habrían extinto, además de que los niveles de toxicidad en productos que comemos en la actualidad tienen la posibilidad de ser dañinos.
El contenido de un salero cualquiera podría ser el equivalente a una pequeña mina. Sí, sobrarían los recursos.
Pero, ¿serían los seres unicelulares visibles para nosotros si fuésemos así de pequeños? No, todavía no. Se puede pensar en tamaños menores o en mayores, resultando vidas muy diferentes a cada medida notablemente distinta.
Si fuese del tamaño de una bacteria, la altura de esta tinta sobre la hoja sería una enorme montaña, me sentiría tan orgulloso escalándola. ¿Qué es eso? ¿Estornudo? Oh, chispas. Moriré ahogado.
Ahora, ¿una canica no es un planeta infestado de seres unicelulares? ¿Qué sucedería si este “planeta” fuese habitado por vida inteligente? ¿Y si hay vida inteligente diminuta para nosotros, que se encuentra conspirando para acabar con la humanidad? Como mencioné antes, algo pequeño puede producir consecuencias enormes; no debemos subestimar sus poderes, debemos de ser más amables con nuestros compañeros unicelulares y con los más pequeños. Espero que si esa vida es inteligente, comprenda la necesidad de sobrevivir de esta especie.
¿Existe, entonces, la posibilidad de que los átomos sean mundos no explorados por el humano como se sugería en algunos cuentos? Porque de ser así, nadie puede quejarse de que yo sea una persona floja, ya que estoy siempre cargando a un universo conmigo, es algo desgastante.
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