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domingo, 22 de febrero de 2009

El hombre orquesta / Valeria Rodríguez Guerrero

Aparece como título “hombre orquesta” compuesto por letras grandes y coloridas, un tipo de letra, la verdad muy extraño, se podría decir que se utilizaba desde hace siglos. Se desvanece, quedando plasmado en un anuncio de papel estilo sepia, donde también está una imagen de un hombre que trae demasiados instrumentos, en su mayoría de viento, luego aparece un telón rojo, se abre, de él sale un hombre con piel blanca, mejillas rojizas, robusto, con un pantalón y chaleco café, debajo de éste traía una camisa blanca, y en la cabeza una especie de gorro o sombrero de color amarillo con triángulos rojos, todo ello lo utilizaba para conformar su vestuario de hombre orquesta, salió tocando un acordeón, una trompeta, una trompa, unos platillos, un tambor, un saxofón y otros más que no se alcanzan a distinguir. Una paloma vuela y el hombre voltea a ver su tazón, que es en donde deposita el dinero que le dan, y nada, está vacío, no hay personas que puedan admirar su música, pero de la nada aparece una niñita vestida de morado que se dirige a la fuente que está justo en el centro de la plaza, al hombre se le dibujó una sonrisa, cuando la niña se disponía a aventar la moneda a la fuente de los deseos, digo esto, porque la niñita al hacerlo, cerró sus ojos como simulando el deseo que iba a pedir, el hombre hace un ruido con uno de sus instrumentos, haciendo que la niñita abra de inmediato los ojos, volteé a verlo, y se dirija a él, mientras tomaba la moneda con sus manitas juntas, el hombre mueve el pie, tratando de acercar el tazón para que la niña pueda depositar la moneda, termina su canción y hace un movimiento con la mano para que la niña deje la moneda, sólo que antes le guiñe el ojo, la iba a poner cuando de pronto se escucha un ruido, ambos voltean sorprendidos, del otro lado de la plaza, estaba un hombre delgado, de piel blanca, con un vestuario verde y un gorro con forma de cono del mismo color, también tocando instrumentos de viento, una flauta, una especie de gaita, un clarinete, un violín con forma de guitarra, por decirlo así. La niñita dejó al hombre con las ganas de la moneda y se fue corriendo a admirar la música del otro hombre, al llegar la niña, el hombre con una sonrisa se inclina un poco hacia abajo, y del gorro sale un gancho o pinzas que en la punta traía una cara parecida a la del hombre con un gorro igual, la niña se sorprende, con sus ojitos va siguiendo la cara miniatura, haciendo un movimiento hacia arriba y hacia abajo, después el gorro de la cara se hace hacia abajo, para que la niña pueda depositar la moneda, cuando está a punto de hacerlo, el hombre robusto hace una cara de enojado, se truena los dedos, luego se escucha un ruido, la niña voltea y el hombre estaba arriba de uno de sus tambores tocando, claro con mucha dificultad debido a que es algo incómodo estar manteniendo el equilibrio sobre un objeto que se mueve, mientras tanto el hombre delgado mete la cara miniatura al gorro, la niña contenta lo observa, pero en eso el hombre pierde el equilibrio y se cae, ella triste voltea a ver al otro hombre, éste con una sonrisa empieza a tocar, pero el otro se levanta, tratando de recuperarse del tremendo golpe, vuelve a tocar, la niña voltea, el hombre delgado no se deja y vuelve a tocar, el hombre robusto con un gesto de enojo, jala una palanca que traía en el pecho, comienzan a salir dos tablitas de fierro, en donde estaban parados ocho monitos vestidos de rojo tocando una trompeta cada uno, la niña se emociona y vuelve a voltear, el hombre delgado jala una palanca de su espalda, salen dos tablitas de fierro, cada una de ellas con cinco violines tocándose al mismo tiempo, la niñita voltea y se emociona más, sólo que el hombre robusto da unos pasos al frente, reanudando su música, el hombre delgado hace lo mismo, la niña ya asustada, no sabe qué hacer, debido a que estos hombres están compitiendo por la moneda, después de tanto ruido, o de tanta guerra de música, la niña comienza a hacerse para atrás, los hombres la siguen, acercándole los instrumentos de cada uno, ella termina por taparse los oídos, sin darse cuenta suelta la moneda, ésta sale rodando, dirigiéndose hacia una alcantarilla, se cae, los tres se acercan y se quedan viendo hacia abajo, la niña triste se queda con la mirada hacia abajo, hace como que puchero, enojada levanta la mano izquierda, voltea a ver a uno y a otro, para ver cuál de los dos le va a regresar su moneda, ambos se quedan viéndola, se tocan los bolsillos, pero ninguno trae dinero, entonces la niñita señala uno de los violines, el hombre robusto lo arranca de donde estaba, se lo da junto con el arco, ella se lo arrebata, se aleja de ellos, con el arco levanta el tazón del dinero, que en realidad estaba vacío, pone el violín en su hombro, lo acomoda y comienza a tocar, pero estaba desafinado, los hombres se tapan los oídos, la niña lo baja, le aprieta algunas cuerdas, lo vuelve a acomodar, sigue escuchándose feo, por lo que repite el proceso, después comenzó a tocar como si fuera una profesional, los hombres se sorprendieron, y más porque en eso una persona pasó, dejando una bolsa llena de monedas, todas para la niñita, ésta las ve, deja caer el violín y el arco, camina hacia ellos, saca dos monedas, se le queda viendo a los hombres, ellos emocionados porque pensaban que les daría una, se llevaron una gran sorpresa, ya que la niña pone una cara de burla, ellos se acercan, pero la niña lanza las monedas hacia atrás, haciendo que caigan en lo más alto de la fuente de los deseos. Ya en la noche los hombres acuden a la plaza, el hombre robusto carga al hombre delgado sobre sus hombros para que éste pueda tratar de alcanzar las monedas, sólo que ambos pierden el equilibrio.

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