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1000 Oldies

domingo, 22 de febrero de 2009

El hombre orquesta / Cecilia Mariel Macías Pérez


Cuando somos pequeños, no nos importa nada mas que divertirnos, comer, hacer travesuras, etc. Por esto, muchas de las veces mamá o papá, fastidiados de escuchar tanto ruido y alboroto por toda la casa, deciden prender el televisor y poner alguna caricatura o reproducir alguna película que llame tu atención y te mantenga entretenido por un rato, convirtiendo lo que parecía un circo en una casa normal y tranquila. Así, con la ingenuidad de la infancia, te adentras en un mundo de diversión y fantasía con sólo estar sentado en un sillón mirando el televisor, colores vivos y curiosos personajes son parte de ese gran viaje del cual no te gustaría regresar, pero que en menos de lo que esperas terminará. Recuerdo haber visto un montón de películas de Disney cuando era pequeña, pensaba que algún día encontraría mi príncipe azul como lo hizo Cenicienta, recuerdo haber pensado que algún día llegaría a un lugar extraño y tenebroso como Alicia y que al comer una manzana envenenada sin saberlo me mataría tarde o temprano.
Éste es el lugar de la magia, la magia del cine, del cortometraje, aquellos que son capaces de transmitirte mil y una emociones a la vez, que te hacen imaginar, soñar, vivir y mantener la esperanza ante todo. Disney, es el amado culpable de todo esto. Se encarga de dibujar en nuestras mentes el mundo perfecto con las historias más hermosas que te atrapan y dan enseñanzas de vida y moralejas por medio de grandes personajes. Otro responsable que también está en la banca de acusados es Pixar, empresa comprada por Disney, encargada de realizar los cortometrajes que se reproducen antes de algunas película, o como diría Aomori, son la entrada antes del gran platillo. La verdad no recuerdo haber visto muchos cortometrajes de esta empresa, sólo dos como “Knick Knack” y “Geri´s game”, historia sobre un simpático viejito que juega ajedrez con él mismo. Pero ahora, mi repertorio sube dos escalones, ahora no son dos, son cuatro los cortometrajes que he visto. Así, se suman a la cuenta “Tin toy” y por ultimo, el gran...¡Hombre orquesta! De los pocos que conozco, creo que es el mejor porque refleja ternura y en él podemos ver representados dos de los siete pecados capitales, la envidia y la avaricia, situaciones que podemos vivir hoy en día en la sociedad.
La historia empieza en una plaza de colores pálidos como el beige, rodeada de enormes edificios con fachadas antiguas y en el centro de ésta una fuente de los deseos. A mí me pareció alguna ciudad de Italia. En dicha plaza un “hombre orquesta” yace, tocando un acordeón, un gran tambor, una trompeta y otros instrumentos que no identifico, todos ellos a la vez. Su nombre es Bass y espera que algún individuo se digne a ponerle algunas monedas en un viejo traste postrado en el suelo. De repente, una pequeña niña rubia e ingenua llamada Tippy se aparece en la plaza, engalanando el color morado en su vestimenta y con una moneda de oro entre sus manos. Se dirige a la fuente de los deseos decidida a ofrecer la moneda a cambio de que se cumpla su petición. Bass al ver tal hecho, decide tocar con más fuerza cada uno de sus instrumentos para llamar la atención de la pequeña y que ésta deposite la primera moneda del día en el traste. Pero justo cuando Tippy iba a cumplir el deseo de Bass, otro personaje llega a la escena, Treble, un músico que toca lo que parecen ser violines, llamando la atención de la pequeña gracias a que de su sombrero sale un pequeño payaso que a su vez se quita su sombrero para recibir las propinas en él. Cuando la pequeña estaba a punto de depositar la moneda, Bass decide atraerla tocando sus instrumentos arriba de un tambor de tamaño mediano hasta perder el equilibrio y caer al suelo. Ante tal fracaso por parte de Bass, Treble cree haber ganado la moneda de Tippy, sin embargo Bass se levanta y empieza a tocar de nuevo, y empieza una batalla en la que los dos empiezan a tocar lo mejor posible para obtener la moneda de la niña, hasta llegar a un punto en donde la pequeña decide taparse los oídos ante tal ruido, soltando la moneda, la cual rueda hasta caer a una alcantarilla. Tippy indignada, le pide a los dos hombres que le paguen la moneda, pero como ninguno de los dos traía dinero, la pequeña decide pedirle a Treble uno de sus violines, Bass lo arranca de Treble y se lo da a Tippy, quien empieza a tocar en medio de la plaza para recuperar la moneda perdida. Al principio no tocaba de forma agraciada, pero después de varios ajustes la niña parecía toda una experta en el arte dejando a los hombres asombrados ante tal talento. Talento que fue recompensado por una persona que le deja a Tippy un costal lleno de monedas de oro como propina. Creo que ésta fue la parte en que pensé ser violinista y tocar en medio de la plaza para hacerme millonaria, pero no creo que en Cd. Victoria ésta sea una buena idea. En fin, Tippy decide cargar su fortuna hasta la fuente, sacando dos monedas para tentar a Bass y Treble, pero tan pronto ellos se acercan para tomarlas, ella decide aventarlas a la fuente de los deseos, dejando a los hombres sin monedas y con un montón de instrumentos dañados. Creo que este tipo de historias son algo fascinante. Es asombroso como los personajes pueden transmitir diversas emociones sin siquiera hablar o hacer ruido, sino que la música es la que te expresa las emociones, la que te guía en las situaciones que van pasando, la que tiene la responsabilidad y la magia de todo el paquete. En general, como dije anteriormente, creo que el arte de los cortometrajes es increíble. Es indescriptible cómo puedes transmitir algo y expresar una historia completa en menos de cinco minutos, cómo puedes hacer que muchas personas se estremezcan con ver los gestos y la ternura de los personajes, como Tippy y lo más importante, cómo el séptimo arte es capaz de hacer feliz a miles de personas por un momento, momentos y emociones que nunca olvidarán al mantenerse vivos para siempre.

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