Literatura II
Valeria Hernández Sifuentes
Hace tiempo Mariana era una persona muy divertida, simpática y social y es difícil creer su drástico cambio de vida.Recuerdo cuando jugábamos a los clásicos juegos mexicanos como la lotería, o Basta, entre otros.
Mariana trabajaba muy duro en una iglesia, en donde se encargaba de ayudar a personas de bajos recursos y problemas económicos. Le gustaba ser solidaria.
Solíamos reír de todo a nuestro alrededor.
Ah... cómo extraño esos momentos de felicidad al lado de mi amiga Mariana, porque a pesar de ser un adulto, se seguía comportando como una adolescente.
Quisiera poder retroceder el tiempo porque me aterra y me llena de tristeza y culpabilidad, pues antes de tener la enfermedad le dije:
—Jamás me vuelvas a hablar, cómo te atreves a mentir y decir eso de mí.
Me había fallado, pensé. Después me di cuenta, gracias a mi mamá, del error producido por un mal entendido. Me sentía fatal. Traté de arreglar las cosas, pero como llevábamos mucho tiempo de no hablar ni saber de nosotras, no pude volver a contactarla.
Un día, vi una nota en el periódico y me pareció interesante, pues ahí mencionaban el nombre de Mariana. Después de un tiempo, logré encontrar a mi vieja amiga, pero ella ya no se acordaba de mí por el Alzheimer. Llevé fotos, videos y muchos recuerdos mostrándonos como una sola persona, pero no me recordaba. Me tenía miedo. Eso lo más doloroso, ¿cómo se había podido olvidar de mí después de todo lo que vivimos juntas?
Hoy es 2012 y puedo decir lo mal que estoy. Perdí a una gran amiga por una tontería y me arrepiento de todo lo sucedido, fui una tonta. Le pido a Dios todos los días ayuda y fortaleza para poder ayudar a Mariana, y ahora mi sueño sería poder volver a ser como antes con ella.
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