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jueves, 26 de diciembre de 2013

La alegoría de la caverna / Ana Barraza Medina

       ¿Quién soy? ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Qué es la vida en sí? ¿Hay algo esperándonos después de la muerte? ¿Existe el libre albedrio? ¿Existe Dios? Preguntas que cada ser humano se pregunta, en algún momento de su vida. Preguntas sin respuesta. El ser humano ha demostrado ser curioso, siempre preguntándose algo y buscando una respuesta aceptable. Hace al menos una década seguíamos teniendo nueve planetas. Por lo que sabemos, en unos cuantos años haya más planetas y el ser humano haya poblado la luna.
Sabemos lo que nos enseñan y lo aceptamos solo por que los demás lo hacen. Vivimos dentro de una caja llena de la basura de los demás. Como las cajas de cartón en las que se guardan los arreglos de navidad. El conjunto de esferas, luces navideñas, figuras para colgar en el árbol e, inclusive, piezas de un nacimiento. Todo eso no pertenecía a la caja, pero, con el paso de los años, se fueron añadiendo hasta llenarla. De tal manera, nuestra mente es llenada de ideas diferentes con los años, ideas tales como el amor, lo que hay que hacer, como hay que hacerlo, nuestro pasado, nuestras costumbres, nuestras creencias. En conclusión, nuestra identidad.
Nuestro mundo completo está formado por ideas preparadas para nosotros. Así que, ¿Cómo saber que lo pensado es en realidad propio? Vivimos en la caja –caverna –en la que fuimos criados y a la cual nos hemos acostumbrado. ¿Qué pasara cuando decidamos salir de ella? ¿Nos daremos cuenta lo ignorantes que somos? En realidad, y de acuerdo con mi forma de pensar, no creo que seamos capaces de salir jamás. Con el paso del tiempo, la caja se ha multiplicado. Podemos salir de la pequeña caja en la que nos encontramos, solo para hallar otra un poco más grande.
La “libertad” en la que creemos es solo una parte más de la caja en la que hemos sido encerrados. He intentar salir de las cajas es un reto. Los humanos somos creaturas de habito, incluso no tener hábitos es uno. Salir de nuestra zonita de comodidad es una locura que no nos atrevemos a pensarla. Pero cuando te encuentras fuera de esta, en una caja más grande y por completo diferente, te sientes expuesto. Conforme la incomodidad desaparece, la curiosidad toma su lugar. Vagas por la nueva caja hasta que ya no es suficiente y decides enfrascarte a la siguiente aventura –caja.
El camino es horrible. No lo digo por mi increíble pesimismo, si no porque lo es. Habrá gente que se rehúsa a dejar su caja. Claman que te has vuelto loco o te tratan como una paria social. La historia lo dice. Muchas grandes mentes pensaron “afuera de la caja” solo para ser encerradas, criticadas, ignoradas, maltratadas y, en el peor de los casos, asesinadas. Lo único más admirable que la convicción humana es la fiereza con que la defienden. Los humanos somos reacios al cambio, somos tercos y unos hijos de vaca muy perseverantes.
¡Santa chimichanga! ¡Si eso no nos ha traído problemas! Los adultos son niños chiquitos que han aprendido a disimularlo y han sufrido. Pero al final del día, caprichosos. Que si eres diferente a mi (el pobre Hitler solo quería ser artista, pero se conformo con cometer el peor genocidio en la historia de la humanidad. Parece razonable), que tú eres más rico que yo (¿en serio, Francia?), tú crees en cosas diferentes (¡Irlanda infantil!), innumerables problemas que nos hemos acarrado a lo largo de la historia.
Si la gente te trata diferente, es porque siguen en la caja anterior a la tuya. A veces, en unas cuantas más atrás. Romperles las cajas es un estresante que podría volverlos locos. O iluminarlos. Quien esté libre de pecado, tire la primera piedra.[1] A mí me encanta romper las cajas de los demás con preguntas y respuestas muy filosóficas. Pero claro que solo lo hago para compartir conocimiento.
O porque soy una malvada nerd amante de los tacos. Quizá sea lo segundo. Mi pregunta favorita es: ¿Qué es la realidad? Y, he demostrado de manera semi científica, si se responde con “la realidad es parte de nuestra imaginación” el 70% de las personas tendrá una explosión mental. Es tan hilarante y magnifico, una vez casi lloro… de la felicidad al saber que he ayudado a otra mente encerrada, claro está.
Salir de la caverna es como mirar al sol por primera vez. Doloroso, nuevo y hermoso. Sentir los rayos del sol en la piel, sentir el nuevo conocimiento impregnarse al cerebro. Es, con simpleza, hermoso. Pero hay una infinidad de cajas esperándonos en nuestro camino, hay miedos que deben ser enfrentados. La realización de que todo lo que entendemos es nada, descubrir que no somos nosotros los que decidimos que pensar, que todo lo que nos falta es todo lo que necesitamos, que no somos quien creíamos ser. Es devastador no tener el control, no saber quién es el que nos devuelve la mirada al vernos al espejo. No reconocernos para nada.
El libre albedrio es solo una ilusión y apesta. Apesta descubrir que somos aprisionados por cadenas y todo lo que vemos son sombras de la verdad. Saber que el concepto de verdad es solo otra esquina en la caverna. Platón nos arruinó a todos al escribir esa alegoría. ¿Quién se cree él para venir a destruir, con lentitud y crueldad, todo lo que sabemos? ¿Quién se cree él para llegar a decirnos: “toda tu vida es mentira? ¡Demonios! ¿Quién se cree él para, después de sacudir nuestro mundo, no responder a todas las preguntas que dejó? ¡No aceptó las consecuencias! Tengo cuatro palabras con P para Platón, ninguna agradable –excepto, quizá, por la última, que podría o no ser paquidermo. El santito de Platón ha de estar riéndose de nosotros los pobres vivos donde quiera que este. Tal vez, si Dante tenía razón, sea el condenado infierno. No me siento mal por él, para nada. ¡El muy hijo de Grecia se lo veía venir! ¡Ese hijo de cuádruple palabra con P!
Yo nunca he sido conformista, así que pensar que Platón nos hizo un favor no me es suficiente. Le doy el crédito de abrir nuestras insulsas mentes y mostrarnos que no hay que limitarnos a cuatro paredes. De ahí en más, él es para mí solo un coctel de maldad, pura y cruel maldad. Es posible que disfrutara de arruinar el camino de las hormigas solo para verlas volverse locas en desesperación. Tal mente malvada llena de crueldad e inteligencia superior. Se ha de estar divirtiendo al ver nuestras ideas colapsar.
Y todo eso de la caverna, ¿en dónde nos deja? Dentro o fuera de ella, ambas o ninguna. Cuatro opciones y la respuesta no es obvia. Claro que no, el mugroso de Platón no lo iba a dejar tan fácil. Entre más sabes, te das cuenta que mas desconoces. Por lo tanto, estamos dentro y fuera de la oscura caverna. Somos libres, pero a la vez no.
¿Quiénes somos?
Walt Whitman escribió: “Yo contengo multitudes”. [2] Lo cual es muy acertado, para ser honesta. Contener una multitud es todo lo contrario a oír voces. No es ir al supermercado, por nombra algún lugar, y, en vez de pensar lo regular (¿Qué marca debería comprar? ¿Qué me hace falta?) tener a veintiséis voces charlando en tu cabeza.
¡Dios, el cajero es guapo! En definitiva, ¡vamos a invitarlo a salir! No creo que acepte. Claro que no, eres una papa parlante. Habla por ti, yo soy una obra de arte. Eres una horrible cara de llama. ¡Soy capaza de lograr que salga conmigo! Tendría suerte si saliéramos con él. No deberíamos intentarlo. ¿Cuántos tacos podre comerme hoy? ¿El Sr. Darcy será alguna vez amable? ¡Yo ya leí ese libro! Todos se mueren al final. Cállate, idiota.
Y así hasta hartarse. Yo pondría una bala en mi cerebro solo para conseguir silencio. Aunque así soy yo. Contener multitudes es ser una sola persona y veintiséis a la vez.
1.       Ser la chica que saluda a todos los profesores en la mañana.
2.       Ser la chica que no soporta ir a la escuela.
3.       Ser la chica tímida.
4.       Ser la chica que siempre sabe romper el hielo.
5.       Ser la chica que le teme a estar sola.
6.       Ser la chica que adora estar sola.
7.       Ser la chica que siempre sonríe por algo.
8.       Ser la chica que es fatalista.
9.       Ser la chica que se cubre con el edredón, no por miedo a la oscuridad, si no porque, si alguien fuera a asesinarla, no quiere verle el rostro.
10.   Ser la chica que tiene ideas positivas.
11.   Ser la chica que se mata estudiando.
12.   Ser la chica a la que la escuela no le preocupa.
13.   Ser la chica que tiene problemas.
14.   Ser la chica que sonríe aunque duela.
15.   Ser la chica nerd.
16.   Ser la chica rara.
17.   Ser la chica hiperactiva.
18.   Ser la chica llena de complejos.
19.   Ser la chica que escucha una voz con increíble potencial poético.
20.   Ser la chica que vive en las nubes.
21.   Ser la chica realista
22.   Ser la chica que ama escribir.
23.   Ser la chica sin tiempo libre.
24.   Ser la chica con baja autoestima.
25.   Ser la chica con mucha autoestima.
26.   Ser la chica sarcástica y egocéntrica que sabe muchas palabras complicadas.
¿Y quién va a decirme que no puedo ser esas veintiséis personas? ¿Algún idiota que vive en su pequeña y estúpida caverna? Porque, no damas y caballeros, no es así como funciona la vida. Uno ya no puede ir por ahí lanzando piedras y empezando guerras porque es Jueves o algo así. Mucha gente valiente ha salido de la caverna y, adivinen que: ¡Siguen vivos! Pero ya no son la misma persona, por Juan Paco Pedro de la Mar. Son más inteligentes, su visión es más clara.
Solo porque toda nuestra santa vida nos han dicho que una mesa es de caoba, no significa que todas las benditas mesas sean de caoba. Hay muchas más respuestas que solo “caoba” para todo. Mi vida entera me he encontrado con gente que abusa (bullying o como lo llamen) de otros solo por ser “diferentes”, “raros”. Pero cuando les he preguntado “¿Por qué ser diferente es malo? ¿Raro en qué sentido?” se han quedado callados. He escuchado gente contradecirme solo diciendo: “Porque yo si soy normal”. ¿Yo soy rara? ¿En base a qué? Esa gente me da mucha pena. La normalidad es solo otra caja que todo el mundo parece usar como escudo. Tal gente puede ser rara para mi, a su vez, porque son diferentes a mí. No piensan como yo. No me gusta llamarlos raros, porque son solo diferentes. En algunos casos estúpidos, por no aceptar su error.
Mi padre es diabético, por lo que evita tomar la Coca Cola regular. Cuando pide la bebida, los vendedores suelen decirle: ¿Coca normal? Mi padre suele responder: ¿La otra es rara, acaso? Esos momentos fueron, quizá, el inicio de mi entendimiento. Mi mente es muy liberal. Quizá demasiado. Acepto cosas que los demás encuentran horribles, pero cuando nuestros puntos de vista chocan, me retiro. En lugar de defender a muerte mi ideal, acepto los de los demás. Estoy consciente de lo importante que es la creencia individual para el humano. Y atacarla es inhumano. Todos los días escucho horribles cosas que las personas les hacen a los que son “diferentes”. Veo humanos, pero no humanidad.
Siempre habrá alguien. Alguna mente inferior que querrá tomar nuestras ideas y aplastarla como puré de papas. Y duele, por los tacos que duele. Ser aplastado y tratado como si nadie nunca fuera a quererte, duele. Duele tanto que llegas a creerlo. Oh, pero después es un sabor ácido en la garganta y sabes que estás enojado. Furioso, efervescente y con deseos asesinos. ¡Juzgarte! ¿Quién se creen? ¿Dios? ¿El rey de la montaña? ¿El aire que todos respiramos? ¿Y que si pienso diferente? ¿Qué si no como pollo o no soporto la idea de de ser mediocre? ¿Y que si el dolor me es indiferente? ¡No soy una suicida! Solo no me dejo llevar por cualquier tontería. Claro, hay ocasiones en las que mis energías se van, todo lo que hago me drena. Ser yo es agotador. Pero nunca me veras quejándome en una esquina, luxado en mi mano derecha, tengo un tímpano sensible y soy una persona con tendencias autodestructivas. Aun así, funciono.
Cuando las cavernas de los demás intentan derribar mi área de afuera (de la caja o caverna) tengo algo que me detiene de llorar o asesinar. Intenta ser yo por un día, veremos que tan bien lidias con eso. Y luego rio malvadamente.
Las cavernas en las que vivimos nos muestran sombras de lo que es la realidad. De lo que deberíamos creer. Somos insignificantes en comparación al universo, a los universos que hay fuera de nuestra caverna. Podemos no ser el centro del universo, pero somos el centro de nuestra caverna. Que tan grande deseemos que sea, será. Pero hay que movernos, salir, expandirnos, descubrir.
Expandirnos a la posibilidad de que, quizá, solo quizá, nuestra forma de pensar no es perfecta. ¿Qué es el humano, si no imperfecto? Mucha gente ha empezado a salir de sus cavernas, pero no de una buena manera. Imponen sus “nuevas” ideas a los demás con un maldito puño de hierro. Personas que creen poder venir a jugar con las vidas de los demás como si tuvieran el derecho,
Salir de la caverna es buscar conocimiento, no poder. La idea se ha ido distorsionando hasta que lo que es ahora. Una oscura y retorcida búsqueda de poder. El saber es poder, dicen por ahí. ¿Pero es eso lo que el humano necesita? ¿Más poder? Quizá las personas no estén saliendo de la caverna, no en realidad. Tal vez solo están explorando el otro lado de la caverna, el lado más oscuro que muestra menos sombras de la realidad. Muestra solo un único camino oscuro.
“Yo creo en nada. No en el inicio ni en el final. No en la Tierra, ni en las estrellas. No en el día, no en la noche. Yo creo en nada. Solo el latido de nuestros corazones. No en Satán, no en Dios. No en la paz ni en la guerra. Si no el la verdad de quiénes somos”.[3]
Creer en algo, aunque sobrevaluado, es importante. Yo creo en que todos somos frágiles. Yo creo en que el tiempo no cura todas las días, los huesos se rompen, sangre es derramada, lagrimas caen, pero seguimos. Los humanos somos unos hijos de vaca perseverantes. No nos damos por vencidos con facilidad. Y es triste cuando esa perseverancia le hace daño a alguien más. Salir de la caverna y dejar gente en ella es triste. Hacerlo por impotencia, por poder o por pura maldad. El humano puede tener un sinfín de razones, pero al final del día a la única persona a la que tiene que rendir cuentas es a sí mismo.
No somos perfectos y esperar que lo seamos es mierda de caverna. La caverna, caja, jaula o como se desee llamarla, no debe definirnos. Debemos romper las cadenas que evitan que salgamos a un mundo mejor. Las sombras que son solo una enorme mentira. La zona de comodidad es solo una forma bonita de llamar al miedo a lo desconocido.
Lo desconocido no siempre es malo, superar ese miedo es lo que deberíamos aspirar a hacer. En lugar de eso, se aspira por cosas banales y terrenales que no nos servirán de nada cuando estemos muertos. La felicidad es algo fuera de la caverna, porque es imposible ser feliz rodo el tiempo. Cuando salimos de la caverna estamos aterrorizados, pero cuando descubrimos que hay algo mejor que lo que conocíamos, somos felices. ¡Hemos descubierto algo nuevo y es emocionante!
¿Hay algo mejor que eso? ¿Hay algo mejor que descubrir un nuevo mundo? ¿Un nuevo sentimiento? ¿Algo que ha estado ahí todo el tiempo, solo que estaba muy oscuro para verlo? Yo diría que no, es excelente sentirte renovado. Como si hubieras vuelto a nacer. Y, de cierta manera, lo hiciste. Volviste a nacer, libre esta vez, fuera de la caverna donde todo es brillante y nuevo…




[1] Juan 8:2-11
[2] Poeta americano (31 de Mayo 1819 –26 de Marzo 1892)
[3] 30 seconds to Mars. Banda estadounidense.

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