Antonio Emiliano de León Martínez
Tan solo mirar al sol me recuerda a los ojos de la Medusa, ya que al mirarla te hace roca, pero ahora tus ojos se achicharran. El calor nos pegó muy fuerte, uno trata de ocultarse debajo de los árboles buscando sombra, como un perro callejero. Las lluvias son tan escasas, que parece que el cielo no quiere caer en un llanto largo.
Todos los aspectos afectan a las personas, a las plantas y los animales. En los patios, las plantas se secan, hasta ya me parece mejor idea colocar flores y arboles artificiales, ya que éstas no necesitan agua. Las nubes pasan y pasan, sobre la ciudad, como si solo dijeran: aquí no me paro. El calor, nos puede causar severas enfermedades como el cáncer y la insolación.
La madrugada del viernes, alrededor de las 12: 41, el cielo era rojizo, de un color que te hacia asimilar un tomate. Comienzan a caer las primeras gotas, de repente, el agua cae como en una regadera del baño. La lluvia complace a nuestras plantas y los animales.
Las plantas empiezan a levantarse como por obra de magia. Eso parecía genial ya que ese calor que nos quemaba la piel y los ojos ya iba a finalizar. El calor tuvo un giro repentino ya que por la mañana un calor infernal y ya por la madrugada nos cae el aguacero.
El principal problema por lo que ocurre esto, es por nuestra culpa ya que no tenemos un entendimiento sobre lo que hacemos. Nos bañamos en más de media hora y si no es que más, lavamos nuestro coche con mangueras, lavamos nuestra ropa con detergentes altamente contaminantes, prendemos la luz sin ser necesaria, al igual que el clima.
La mayoría de la gente es consciente de lo que hace, pero por no tratar de cambiar, sigue siendo como es. La solución es pensar en lo que estamos haciendo, y saber que esto nos va a traer unas consecuencias grandes.
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