Maldita
sea. Estoy por llegar –exclamé.
Camino
por la calle jugando en el celular. Tengo los audífonos puestos y sólo levanto
la mirada cuando me pita un auto a punto de atropellarme. Mi vida es monótona,
como las canciones que escucho a diario. El camino más largo es el que sigo
para ir a mi casa o a la escuela.
Mi
reproductor de audio se quedó sin batería. Levanté la mirada, y sorprendí a una
bella mujer. Tenía el pelo rubio, ojos verdes y una magnífica figura interrumpida por música de los mil demonios.
La imagen se volvió borrosa y mi despertador terminó de arruinar mi sueño a punto de componerse.
La imagen se volvió borrosa y mi despertador terminó de arruinar mi sueño a punto de componerse.
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