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viernes, 22 de diciembre de 2017

No pasa nada / Iliana Martínez Literatura II


N
no pasa
no pasa nada



Se podía sentir cómo el frío calaba en sus oídos y como al respirar entraba todo el aire dejando sus cuerpos congelados, y por si el frío no era suficiente la angustia se presentaba en ataques de nervios, todo era tan sombrío aun cuando la luna brillaba y las estrellas le hacían compañía. No sabían queéhacer, estaban en una total desesperación, y es que como pudo descuidarla tanto y dejar que esto pasara, pero esto no era su culpa, era un error de mal uso de las redes sociales.
    Un mes antes…

    *Vibra el celular sobre una mesa en una sala de conferencia*
    -Hey mamá, iré a casa de mi mejor amiga Lily, llego a la noche.
    -Claro linda, te veo para cenar. Te cuidas!
    Jennifer Swich, una agente del FBI, era la madre de esta pequeña adolescente llamada Elizabeth, en realidad no era su madre, sino su tía pero a causa de la muerte de su madre quedo huérfana y en manos de su tía. Todos estos años fue la encargada de ver por ella, de cuidarla como si fuera su propia hija, porque así se lo prometió a su hermana, esa noche pensó que todo se caía en pedazos, porque lo primero que pasó por su cabeza fue un secuestro, lo cual no estaba tan lejos de lo que realmente era. Fue ahí donde comprendió que la ida a casa de su amiga y la supuesta cena en el restaurante no eran solo por diversión, era por poder conocer a alguien, y que no llegaron a pensar que se convertiría en su pesadilla. Lo más razonable era llamar a sus compañeros, tratando de guardar un poco de calma y esperanza para poder pensar con la cabeza fría y tomar decisiones inteligentes.
    En cuanto sus compañeros de trabajo supieron de la tragedia insistieron que tomar el caso y ponerse manos a la obra, mientras en el ambiente se podía sentir toda esa angustia, mezclada con un tanto de preocupación y dándole un toque de desesperación, creando así un sentimiento interminable.
    Al llegar a la casa donde iban a estar investigando lo primero que hicieron fue buscar en la computadora de la joven, en ella encontraron una conversación con un muchacho que no parecía ser de la ciudad, pero al verse atractivo en las redes pensaron que fue fácil para él acercarse a las niñas, para estar convencidos de que no era algún conocido empezaron a preguntar en la escuela y a sus amigos más cercanos.
    Dos días después, lograron acceder al nombre del usuario que las había persuadido de poder verse y que había usado fotos falsas para poder llamar su atención y que no les pareciera extraño. No tardaron mucho en dar con unos cuantos datos para poder saber quién era de verdad esta dicha persona que las había engañado, pero en cuanto vieron de lo que de verdad se trababa todo este engaño un escalofrío recorrió todo su cuerpo dejándolos helados, era trata de menores, les cambian el nombre y las vendían por internet, en que manos vinieron a dar estas dos jóvenes que lo único que buscaban era diversión o una amistad como la que existen en las películas.

    *En la situación de Elizabeth*
    Nunca nos imaginamos que nos fueran a subir a una camioneta, él se veía tan agradable y simpático, como pudo ser que nos hiciera esto, que quería de nosotras, porque lastimarnos de esta manera, a donde nos llevarían, que harían con nosotras, nos estarán buscando; no teníamos nada claro en ese momento porque el miedo no nos dejaba pensar con claridad, lo que si teníamos muy presente es que de esta no nos íbamos a zafar tan fácil, sería difícil y si en verdad queríamos salir tendríamos que cooperar y tratar de conseguir ayuda.
    Por fin la camioneta se detuvo, llevábamos las manos amarradas y ojos vendados, no sabíamos qué estaba pasando y mucho menos sabíamos dónde estábamos, solo queríamos regresar a casa. Nos quitaron las pañoletas de los ojos y pudimos ver a tres personas, las cuales no conocíamos. Era oscuro y no pudimos ver muy bien sus rostros ya que el cuarto solo tenía un poco de luz y no nos alcanzaba para distinguir.
   No nos dijeron nada, nos dieron de comer y un poco de agua, nos hicieron un par de preguntas las cuales nos negamos a responder, no quisimos  dar más información de la que ya habían adquirido de nuestros perfiles. Estábamos dormidas, cuando escuchamos que la puerta se abrió de un tirón e hizo que abriéramos los ojos de un solo golpe, era una mujer, hablando por teléfono, pidiendo la camioneta para poder transportar la mercancía, lo quería de inmediato, detrás de ella venia un joven que en ningún momento hizo contacto visual con nosotros, se acercó a nosotras para poder desamarrarnos de la silla y la mesa a las que nos tenían atadas tal y como se lo habían indicado al llegar al lugar.
    En cuanto nos desamarraba Lily pidió ir al baño, él muchacho miro a la mujer y esta negó con la cabeza, Lily siguió rogando por dejarla ir al baño hasta que se le dio el permiso, pero con la condición de que el joven debía de acompañarla mientras que a mí me cuidaba la mujer. Minutos después entro un hombre corriendo diciendo que se les había hecho tarde y que si no nos movían ahora sería muy tarde y nos reconocerían. El muchacho y Lily salieron del baño, ella todavía amarrada y el con una navaja en la mano, la mujer le dio indicaciones precisas, el joven no tardó mucho en entenderlas, así que se dirigió hacia nosotras y nos tomó con fuerza para poder levantarnos, otra vez íbamos a esa horrenda camioneta que aunque era espaciosa nos daba un aura de puro miedo, de nuevo llevábamos esas pañoletas cubriendo nuestros ojos.
    La camioneta se detuvo, abrieron las puertas de atrás y nos quitaron la venda un hombre grande y fornido nos sacó a tirones de la camioneta, nos veía de pies a cabeza, nos estudia con mucha atención, no se le pasaba ningún detalle, para sus ojos éramos algo sagrado que no se podía maltratar, o al menos así escuche que dio las ordenes: “No pueden tocarlas si no se los ordeno yo, estas niñas me traerán clientes muy buenos y las quiero en buenas condiciones.”, era aterrador la forma en que nos veía y más por cómo nos había dicho que traeríamos clientes, que era eso de clientes, no lográbamos entender para qué nos querían. Nos llevaron a un tipo estudio lleno de cortinas negras, con una cámara frente de nosotras, nos dieron otra ropa para que nos pusiéramos, nos peinaron y arreglaron, parecía como si quisieran captar lo mejor de nosotras.
    Pasaron a Lily primero, no me dieron la oportunidad de hablar con ella sobre que habían dicho allí adentro, en cuanto salió fue directo a otro cuarto oscuro, después me pasaron a mí, me tomaron varias fotos, comencé a llorar por que en ese momento que vi la cámara recordé como mi tía se había encargado de filmar cada etapa de mi vida desde que era una pequeña bebe, la extrañaba tanto así que se me escurrieron unas lágrimas de más que no pude evitaran que salieran, ya no quería seguir aquí, quería ir a mi casa y estar con mi familia, disfrutar del sol y ver los hermosos atardeceres, pero por más que lloraba no funcionaba, ellos solo gritaban más que me callara y que no serviría de nada pedir ayuda.
    Me pasaron al cuarto oscuro con Lily, pude notar que ella también estuvo llorando, solo queríamos que esto acabara, queríamos que fuera una pesadilla y ya despertar para poder olvidarnos de esto lo más pronto posible.

    *En casa de la agente Jenniffer*
    No nos dábamos por vencidos, queríamos llegar al fondo de esto, nadie podía dormir, todos teníamos tantas cosas en la cabeza que era imposible dejar de pensar un segundo en todo lo que había pasado, y más ahora con lo que pudimos averiguar sobre este hombre, trata de menores, solo esas palabras estaban en la cabeza, no la volveríamos a ver, seria llevada a otra parte con otro nombre nuevo, viviría en otra ciudad y no volveríamos a saber nada de ella. Era la peor pesadilla que había soñado, pero no era una pesadilla, se nos acaba el tiempo y cuando pensábamos que no teníamos nada, nuestra analista Penélope nos dio información que pudo aclarar las ideas y dar con estos crueles hombres que tenían a estas dos inocentes pequeñas.
    Era un sitio web en donde había varias fotos de niñas entre los 12 y 20 años que tenían un letrero de un signo de precio, las estaban vendiendo, no tenían nombre y les habían puesto ropa bonita para que no se notara la suciedad en su cara, era increíble cómo la gente ponía la cantidad en que querían comprarlas, era una subasta, tantas fotos, tantos sitios, ¿Cómo sabríamos en cuál de todos estaban?     Era la pregunta más importante del día.
    En lo que desplazábamos la página hacia abajo para poder ver más encontramos las fotos de las niñas que fueron privadas de su libertad y en su foto había un sello rojo que decía vendidas, a donde las llevarían era lo que ahora nos importaba.
    No fueron muy inteligentes en dejar su correo y nombre de usuario en la información, ya que gracias a eso habíamos podido encontrar a donde serían trasladadas y a qué hora, nos dieron su punto reunión lo que se nos facilitó para poder llegar ahí, no tardamos nada en ponernos nuestros chalecos, subimos a las camionetas y conducimos hacia Arizona donde es que se iban a ver, mientras manejaba mi jefe pidió refuerzos para no vernos en aprietos.
    Llegamos al sitio acordado, no dejamos que nos notaran, estaban ahí parados esperando al comprador, matando los minutos para poder seguir con su supuesto negocio, esto era algo espeluznante, no sabía cómo habíamos llegado hasta aquí, pero lo que si sabíamos era que queríamos a nuestras niñas de vuelta sin ningún rasguño y cerrar esa horrible página para poder evitar que le pasara a alguien más.
   Se estacionó un carro ya antiguo, bajó un hombre ya grande con una cantidad numerosa de dinero, abrieron las puertas traseras de la camioneta y fue nuestra señal para salir de nuestro escondite, todos se veían asustados y ahí estaban ellas, llorando y con unas caras pálidas, pensaron que jamás vendríamos por ellas y aquí estamos, las sacamos lo más pronto de esa camioneta y en cuanto a los demás los llevamos hacia la estación de policía.

    En cuanto tuve a Elizabeth en mis brazos no contuve mis lágrimas y las dejé salir, ella también estaba aliviada de estar en brazos conocidos y lugares con iluminación, esta experiencia había quedado no solo como una horrible pesadilla sino también  como una lección de vida.

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