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viernes, 22 de diciembre de 2017

EN LÍNEA- Erika Estefanía Gómez Lozano -Literatura II

REDES SOCIALES
Las redes sociales vinieron a aparecer para causar un doble impacto. Esta “maravilla” mundial de la comunicación se creó para tener, en teoría, mayor contacto con las personas que nos rodean e incluso con algunos que no están cerca. A través de fotos, vídeos, etiquetas y ciertos enlaces, podemos adentrarnos a la vida de las personas; y lo refiero así, en lugar de decir una “parte” de vida, ya que la vida en redes es de manera literal, una vida virtual, pues todos los intereses humanos, sociales, morales, artísticos y personales, desde lo más interesante hasta las ridiculeces y penas sociales se encuentran en el medio mostrando tal cual es la persona. Es una pena que la razón por la cual surgieron estas redes haya resultado un modo de exclusión social, ya que más que relacionarse y conocer gente para convivir, te adentras sólo a saber sus vidas y dejar de vivir la propia.

EN LÍNEA- Erika Estefanía Gómez Lozano
Una tarde, tras pasar un día con familia y amigos, Cristina recibió su último regalo de cumpleaños. Al abrir la colorida caja de regalo, apareció un artefacto que cambiaría su vida o su estilo de vivir. ¡Un celular, gracias!- De primera idea podía solucionar su vida, pues podría comunicarse con quienes hace tiempo no hablaba, podía solicitar ayuda si se requería y en otros casos, informar sobre cambios de último momento.
Cristina comenzó a agregar a todos sus amigos, descargar y compartir muchas fotos y aplicaciones, inducirse dentro del mundo informático. Se ponía en línea para compartir lo que hacía mediante fotos y vídeos, leía e investigaba cosas nuevas, veía vídeos que la entretuviesen, comentaba a quienes la agregaban y publicaba lo que deseaba expresar, lo que creía llamaría la atención y la ayudaría a conseguir más amigos, pero con el pasar de la sección de noticias y adentrarse a nuevas personas e intereses, poco a poco dejó de mostrar para compartir y empezó a mostrar para vivir. Cristina se adentró tanto a tal medio en el que podía conocer gente nueva, que se ahorró el salir con los amigos de siempre, inició a reír con videos de gente ridícula que a reír con las experiencias familiares, se preocupó por cuidar que sus fotos tuvieran los filtros correctos que la hicieran lucir bien y le brindaran grandes cantidades de comentarios y me gustas que se descuidó de su imagen real, aquella imagen que debía estar presente en las relaciones de cara a cara.
Los padres de Cristina la regañaban por su adicción, le reclamaban su falta de atención y ella se justificaba con que dentro de las redes existían personas que la comprendían mejor que nadie, mejor que ellos; creyó más en su vida virtual que en su vida real. Poco a poco, se alejó de los que conocía en su vida, creyendo que las redes la aceptaban como era y quienes conocía le brindarían lo que ella necesitaba, con un emoticono o una imagen ella pensaba que nadie la entendía mejor que los de su falso mundo.
Estando en línea un día,  Cristina conoció a alguien nuevo; un chico que le mostró y platicó sus intereses, los cuales eran similares a los de ella. Tras largo tiempo de conocerse y la confianza que pensaba tener hacia quien le contaba y enviaba imágenes que la hacían creer en su existencia, decidió por fin conocerlo fuera de las redes, fuera de donde ella “pertenecía”. Cristina, por primera vez descubrió lo que existía en las redes y la parte de ellas en la que no existe una absoluta verdad, descubrió lo que había detrás de un guiño y una carita feliz, detrás de un punto verde que marca una nueva conexión hacia alguien con quien de verdad no existe tal relación.

Cristina ya no agregó más amigos, no compartió nuevas fotos, no dio like a sus intereses. Ahora Cristina, ya no estaba en línea más.

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