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1000 Oldies

martes, 12 de mayo de 2009

La belleza está en el ojo del observador / Irwin Said Lucio Bustillos

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La Dimensión Desconocida

En el trabajo presente, se da como objetivo dar critica, cuestionamientos y una reseña de lo que sucede minuto a minuto, de tres episodios, llámelos usted aburridos, viejos o asombrosos, pero provienen de otra dimensión muy paralela a la nuestra, “La Dimensión Desconocida”.
Este programa fue una serie de televisión estadounidense, especializada en el género de la ciencia-ficción, la fantasía y el terror. Fue creada y mayoritariamente escrita (89 episodios) por su narrador y anfitrión, Rod Serling.
Nuestro primer episodio en desenlace, se llama “You Drive” (tú maneja), filmada en 1964 ( en una época no muy lejana).
Ya desde un principio, el programa intenta llamar la atención del público con una imagen galáctica, un título inmerso entre el infinito espacio y tiempo.
En un instante, se da la aparición de una línea flotando y rotando en el aire, hasta dar la forma de una puerta, seguido de palabras profundas y serias. Puerta de otra dimensión, llena de sonidos, imágenes, de mente, una dimensión donde extrañamente todo puede pasar.
Este episodio empieza con la aparición de un auto, recorriendo una calle solitaria junto a una enorme plaza, rodeada por palmeras y uno que otro helecho, y el conductor, Oliver Pope, director de una empresa, un poco distraído, agotado por la agobiante jornada de trabajo, con problemas personales que tornan en su cabeza todo el día, tales problemas, que ni siquiera lo dejan mantener la viste sobre la calle al conducir, e inmediata y sencillamente, atropella a un repartidor, de nombre Timmy, tal chico que posiblemente le deje el periódico todas las mañanas, sin embargo, en esta escena hubo un pequeño problemilla. A la hora en que lo atropella, ni siquiera le da de frente, sino de lado, es decir, ¿le dio con el espejo o qué? Y para cuando el señor Oliver se baja del auto para ver como está el chico, aparece la imagen de la bicicleta semidestruida, con la llanta toda torcida, el manubrio desmoldado, y el chico en el piso, derrumbado, a un paso de la vida o la muerte, sin embargo para la suerte del muchacho, nuestro amigo Oliver Pope, no es la persona más confiable como para que sea el que te atropelle, ya que con tan sólo unos segundos de intensa meditación, decide huir, mientras que una extraña se percata del accidente y va hacia el muchacho.
En momentáneas ocasiones, suele escucharse la voz del narrador, seria pero a la vez juguetona, por así decirlo, juega con las palabras, tratando de hacer oraciones simples en toda una enigma, como si todo fuera parte de la dichosa dimensión.
Por fin, llega el señor Oliver a su casa, humilde pero acogedora, y ahí lo espera su esposa, que de inmediato nota algo extraño en su mirada, aunque Oliver la despreocupa diciéndole que fue un mal día en el trabajo, se sienta mientras que su esposa le da una pastilla para el dolor de cabeza, preocupándose por él, mientras Oliver sigue pensando en lo sucedido.
De repente, se empiezan a ver unas luces que tintinean en el garaje, por lo que Oliver se asegura, muy temeroso, y paso a paso, se va aproximando, para cuando llegó, no había nadie ahí, sólo los focos del auto prendiéndose y apagándose, ¿qué?, así que se acercó al auto, le dio un par de golpes, pero el maldito carro seguía igual, se pasó al lado del volante y las apagó, todo parecía estar en orden por ahora, sin embargo, sólo le bastó decir que algo andaba mal con los faroles y que habría que revisarlos.
Se sentaron, y su mujer se puso a discutir del por qué de la demora del repartidor de periódicos, aunque como todos sabemos, Oliver sabía la respuesta.
Más tarde, Oliver, entrometido en su cuarto, y cuidando de que su esposa no lo escuche, para poder llamar al hospital para ver como se encontraba el muchacho, aunque para su sorpresa, el sujeto se encontraba en terribles condiciones (por un golpe de ladito). Consternado, bajó suavemente el teléfono para terminar la llamada.
Pasó la noche, y el carro seguí haciendo sus loqueras, se prendían las luces, y hasta empezaba a sonar el “pito”, o claxon para evitar confusiones.
Ya en la mañana Oliver se encontraba desayunando, tranquilo como si no pasara nada, sin embargo, ya salía en los periódicos y posiblemente en todos los servicios de comunicación, lo del accidente, por lo que nuestro bienaventurado Oliver, sigue huyendo de la vida, y al parecer también del trabajo, ya que empezaba a decir que en algunos momentos se sentía mal, tal niño sin querer ir a la escuela.
El carro siguió pitando y aullando, hasta que la esposa del Sr. Pope optó por llevar el auto con el mecánico. Iba muy tranquila en la calle, manejando, viendo en ocasiones hacia abajo, al igual que su esposo, cuando de pronto, el auto empezó a fallar y fue a detenerse en la misma esquina donde atropellaron al repartidor.
La señora se bajó del auto, se acercó al teléfono público, por la incumbencia de la inexistencia de celulares, y así llamó para que viniera una grúa.
Más tarde llegó a la casa, y le explicó todo a su “hombre”, pero oh sorpresa, el auto estaba en la cochera haciendo sus ruiditos, se quedaron pasmados, preguntándose qué había sucedido. Pasaron unos minutos y llamaron a la puerta, era un sujeto de la oficina, que al parecer se preocupaba por el bienestar de Oliver, aunque éste lo veía con otros ojos, como si fuese a quitarle su puesto como director de la empresa, así que lo mandó mucho a...Al trabajo. Mala iba a ser la fortuna del tipo de que cuando iba de regreso, pasara por el lugar del incidente, y la única testigo que había, lo viera y lo incriminaran por el asesinato del muchacho.
A Oliver no le pesó mucho, de hecho se sintió satisfecho, como si de tal manera, no hubiese hecho nada.
Pasaron las horas y el auto seguía igual, y ahora hasta prendía la radio. Oliver se estaba volviendo loco. Tanto que al día siguiente, decidió irse caminando al trabajo, pero chan chan chan, el auto lo siguió. Él trataba de huir pero se enfrentaba a los siete burros de fuerza del automóvil, hasta que finalmente tropezó, y llegó a pensar que el auto acabaría con su vida, pero no, se paró junto a él y abrió la puerta de par en par. Oliver se subió sintiéndose temeroso y de ahí, el carro se encargó de llevarlo a la comisaría, sin más remedio, el Sr. Pope se denunció.
Por lo que esto nos deja una moraleja:
-Si atropellas a alguien con tu auto, asegúrate de desmantelarlo y comprar uno nuevo.
Dadas las circunstancia de que el siguiente episodio no tiene nombre, lo vamos a titular como:



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Vendajes Pa’
Que Los Quiero

Recae la noche, y una persona yace bajo el techo de un hospital, recostada en una camilla, y su rostro cubierto a la totalidad tras una máscara de vendas, ocultando su identidad, sin embargo, se percata que es una mujer. Llega una enfermera, anunciando que trae medicamento, y se coloca tras una cortina, solo dejándonos ver su sombra a través de la tela.
La extraña, empieza a preguntarle a la enfermera por el día, si estuvo soleado, o que tan bellas estuvieron las nubes, tratando de establecer alguna conversación, pero a la enfermera sólo le importaba aplicarle el sedante, mientras que la paciente sólo quería que le quitaran las vendas.
Al parecer es como si tuviese algo en su rostro que nadie más puede ver, algo extraño, pero todo puede pasar, porque está en la DIMENSIÓN DESCONOCIDA, tiru tiru, tiru tiru.....
Esta señorita ya no es una extraña, se llama Janet Tyler, y vive en un mundo extraño, donde tal vez se basen mucho en la perfección del ser humano, y para su fortuna, ella es un bicho raro en esta comunidad.
Llega el doctor, y se siguen ocultando rostros, es un cuarto algo oscuro, pero no parece importar mucho.
Todos se mueven y la luz nunca es favorable, solo las sombras, mientras que Janet trata de convencer al doctor de que la afane de ese tormento que representan las vendas, pero al mismo tiempo de una manera fabulosa, al sentirse a salvo, protegida por los muros que la aprisionan.
Sin embargo, ya han sido tantos experimentos que se han hecho con Janet, que ya no se puede hacer más, por lo que el doctor le pide que confíé en que todo va a salir bien, tal y como ella lo desea.
Más y más se lo sigue restregando el “doc” de que cómo espera vivir entre gente normal, y que habían modos de trasladarla a un lugar seguro, entre los suyos. Aunque la señorita no lo toma como una opción e intenta escapar o al menos abrir la ventana para dejar entrar el aire, pero la toman entre varios enfermeros y la vuelven a sedar.
Por lo que la enfermera se percata de que así sólo está sufriendo, como si le estuviera dando la razón a la monarquía por la cual eran gobernados, como si la muerte fuese mejor resultado, pero el doctor, que al parecer es el único cuerdo, sabe como deben de ser las cosas, pero aún así se cuestiona, como si la diferencia entre la belleza y la “diversidad” fuese algo que afectara tanto a una sociedad.
Y así llegan a la conclusión de quitarles los vendajes de una vez por todas, y ver si tuvieron efecto la dichas operaciones.
Lentamente le van quitando las vendas, una tras otra. Cada vez, Janet, ve con más claridad, pero no a la perfección, pero al quitarle la última venda, ambos se apartan de la chica, al no ver ningún cambio, se tapan el rostro como si de tal forma la imperfección fuese imposible a la vista. Pero al prender las luces, se percibe algo completamente diferente a lo imaginable, no era ella, sino ellos. Todos con extraños rostro, horribles si pudiese describir, pero semejantes entre ellos, con pequeñas diferencias, mientras que ella era toda una belleza, rubia, delgada pero no, como de uno sesenta y cinco de estatura, nariz no muy respingada, labios carnosos, y unos ojos profundos, y a pesar de que el video esté en blanco y negro, estoy seguro de que serían de un tono azul o verde claro, simplemente perfecta.
Janet quedó aterrorizada, huyendo de ellos, atravesando puertas y pasillos, hasta que llegó a un cuarto en donde se topó con hombre “normal”, y tras unos segundos, llega el doctor tras ella y le explica que este tipo es el encargado de la reserva del norte, donde ella podría vivir en paz y armonía, tras decirle:

-La belleza está en el ojo del observador

Digamos que la Srta. Janet no se resistió mucho al cambio, ya que se podría decir que este tipo era todo un galán, aunque no voy a entrar en detalles de su aspecto, ya que podría verse muy afeminado.



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Los Invasores
(the Invaders)


Todo empieza en las afueras de ningún lugar, cercano a nada, olvidado por tiempo y espacio, por ahí unos arbustos, un árbol, y una granja ordinaria, madera por todas partes, y como ya hemos presenciado en los anteriores episodios, entra a escena el narrador, sobrio, con un cigarro en la mano izquierda, enfrente de una ventana donde se encuentra una mujer solitaria, que desde hace años nada era diferente para ella, su vida consistía en sobrevivir, tener suficiente comida. Ya adentro, la mujer se encontraba en la cocina, preparando la cena en una gran hoya, rebanando alguna extraña verdura, tal vez papa. Se mantiene con un rostro fastidioso, como si le costara mucho hacer la comida pero lo único que no la detiene, es el hambre.
Prueba con uno y otro cuchillo, todos viejos y desafilados, pero igual manera le son útiles.
Cuando de pronto, empieza a retumbar un sonido extraño en su cabeza, todo se mueve, pero la granja sigue de pie.
Se tira al piso, tratando de ocultarse bajo la mesas, como si se tratase de un sismo, hasta que termina. Se asoma un par de veces y sale de su guarida para después empezar a indagar y ver que todo esté en orden, sin embargo, se empiezan a escuchar ruidos estremecedores en el ático, por lo que se decide a subir, y al llegar ahí, se encuentra con lo que parece, un OVNI, aunque algo pequeño comparado con lo que nos han acostumbrado ver en las películas.
Segundos después, una compuerta se empezó a abrir de la nave espacial, y salió un enanito algo rarito y un poco tonto, un poco inmóvil, se podría decir que algo torpe con las piernas. Dada la impresión de la señora, lo único que pudo hacer fue aventarle la lámpara y esperar a que estuviera muerto. La señora bajo por las escaleras, algo intrigada como si hubiese visto un ratón, ya que se encontraba parada en la seguridad de una silla, pero al parecer no le sería muy útil, ya que el pequeño marciano parecía tener “poderes psíquicos”, algo así, seguramente en esas épocas ha de haber sido un gran avistamiento alienígena, pero considerando en que mundo vivimos, y lo que las maravillas de la tecnología ha podido hacer, dudo que obtenga un buen comentario.
Regresando a la realidad, la señora se dio cuenta de tener unas extrañas verrugas en “algunas partes del cuerpo”, pero al estar tratándose, escuchó nuevamente ese extraño sonido, aunque al parecer, el miedo la atontó un poco ya que se escondió tras una escalera, para luego, agarrar una vela y una escoba, entro a un cuarto cual James Bond, solo para percatarse de que no había nada. Se desliza hasta una puerta y al abrirla, ¡chan chan chan! Ahí estaba el “Pitufo” con sus antenitas y bracitos biónicos, por lo que la señora cerró la puerta.
Se sentía invadida por el ser, lo veía por todos lados, cerraba gabinetes, puertas, y no dudo que también la tasa del baño, aterrada da unos cuantos pasos y OOHHHH sorpresa, le sale del piso con unas tijeritas, cortándole el tobillo, y dejando a la señora desplomada sobre el piso frío y áspero, pero como es la protagonista de la historia, un rasguño con una cuchilla filosa en alguna vena principal, no puede detenerla, así que se las arregla para levantarse, ir por un hacha. Da unos cuantos pasos hasta entrar a otra recámara y al parecer, el extraterrestre se encontraba entre las sábanas de su cama, así que las tomó de las esquinas, y estrujándolas como una maniática, logró atrapar al robotsito, para después aventarlo al fuego, pero a caso creen que el director de la serie, haría sólo un robotsito ¡pues no, hizo otro!.
Luego, la señora escuchó unos sonidos, provenientes del ático otra vez, pero al llegar a arriba, en medio de un ataque de ira le empezó a dar hachazos al OVNI, aunque esta vez salía una voz de la nave, y ella lo entendía. Al parecer era una sonda espacial de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos.
Este final queda un poco concluso, ya que nos permite imaginar diversas formas en las que esos enanitos eran similares a nosotros, pero como estoy seguro de que no gastarían tiempo valioso de su intensa vida.
Ellos eran....

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