A lo largo de la vida hemos aprendido que para poder lograr algo, es necesario el esfuerzo, el aprendizaje y las ganas de lograrlo, ya que es necesario tener unas buenas bases en este mundo tan globalizado, para ser personas con éxito y ser parte de una sociedad. Tales bases, nos ayudaran a desarrollarnos en nuestra carrera y poder lograr el sueño que todos deseamos alcanzar algún día, ser profesionistas de éxito, aunque es necesario aprender muchas cosas que nos ayudarán a resolver cada una de las cosas que se nos presenten.
La educación es una de las cosas que aprendemos desde la casa pero existen distintos niveles de educación. Todos son importantes, cada uno con cierta dificultad y retos nuevos, aunque es una situación muy placentera.
La principal educación es la de nuestros valores, que son implantados en nuestra vida desde que nacimos, pero en ocasiones, cuando entramos a la escuela se comienzan a perder, porque a veces las amistades no son buenas y hacen de nosotros unas personas cualquiera, por asi decirlo.
En el Kínder recuerdo que viví experiencias muy padres al igual que en todos los otros grados.
En una de las muchas ocasiones, en el recreo jugamos mis amigas y yo, hacíamos pastelitos de lodo y como había dos árboles de naranja, cortábamos muchas florcitas y poníamos agua en un botecito y las revolvíamos y cuando abríamos el bote, nos cautivábamos con su dulce olor, olía bastante, “todo un perfume” decíamos. En una de esas ocasiones una de mis amigas le quiso dar a un niño que le caía mal y ella le dijo que le había hecho un pastelito de chocolate y jugo de naranja, cuando el niño comenzó a comérselo, unos instantes después fue con mi amiga y le dijo que eso no sabía a chocolate pero que de igual manera estaba delicioso y que si le podíamos hacer otro. Mi amiga se puso a reír, él nunca entendió por qué.
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