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sábado, 24 de noviembre de 2018

Capitalismo vs. Socialismo Juan López Salas


 Desde que se tiene registro de las primeras civilizaciones humanas, uno de los factores comunes que ha prevalecido a través de los tiempos y sin el cual sería imposible el mero hecho de que una sociedad exista, es la organización. Este aspecto no es sólo propio de las agrupaciones humanas, pues todos los organismos de la Tierra se organizan a su manera, ya sea en manadas, parvadas, rebaños y demás; eso sí, los humanos hemos hecho de la organización algo bastante complicado. Si nos remontamos algunos siglos atrás, nos toparemos, por ejemplo, con una infinidad de formas de organización social distintas entre sí, como los egipcios reinados por faraones, los griegos iniciadores de la democracia, los reyes sumerios de Mesopotamia, y los monjes taoístas que aconsejaban a la población de una joven China. Más adelante, la historia nos mostró que lejos de unirnos como sociedad, nos distanciamos construyendo muros en forma de países, imperios, monarquías, ideales, religiones y peleas egoístas por ver quién era mejor que los demás. A esto se le sumaron los conflictos bélicos de inicios del siglo XX con los cuales se terminó de dividir el mundo y cada nación tomaba su propio camino. Sin embargo, la cereza del pastel fue, en mi opinión, la Guerra Fría.
            Ésta, más que una batalla de ejércitos con el fin de causar bajas al enemigo, fue una guerra de ideales impuestos por la fuerza que tenía el único fin de dividir a la sociedad y girarla hacia cierto bando en específico, para así ganarle al oponente. No hubo disparos, bombardeos, ataques navales ni ciudades sitiadas, sólo propaganda degradante y amenazas vacías de un posible conflicto nuclear, que lo único que causaron fue el pavor de las masas. En palabras de Séneca: “El temor a la guerra es peor que la guerra misma.”[1] Lo único que buscaban las potencias era controlar a sus ciudadanos para obtener una organización más sencilla, y ¿cómo lo hicieron? creando tensión y miedo al enfrentar las dos corrientes político-económicas más populares de entonces: el capitalismo americano y el socialismo/comunismo soviético. Tras analizar mucho este conflicto, me propuse comparar y contrastar ambas corrientes con el propósito de dar fin a la interminable discusión que ha prevalecido por tantos años: ¿Capitalismo o socialismo, cuál sería la mejor forma de organización para el mundo?
            Comenzaré por definir ambos términos, para no causar confusión. Según el Diccionario de la Real Academia Española, el capitalismo es un “sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado.”[2] En un país capitalista, los bienes y servicios son propiedad de las empresas y los administradores, y cualquiera puede acceder al mundo de los negocios produciendo y comercializando bienes, además de que en esta teoría el Estado no puede intervenir en las actividades comerciales, ya que son acciones del sector privado fuera de su alcance. En el capitalismo existe también el libre comercio y un mercado abierto a cualquier comerciante.
            Por otra parte, el socialismo, según la misma fuente, es un “sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes; teoría económica y política del filósofo alemán Karl Marx, que desarrolla los principios socialistas de igualdad política, social y económica de todos los hombres.”[3] Para el socialismo, los bienes, servicios y modos de producción son todos propiedad del pueblo, y son repartidos, administrados y consumidos por éste. El socialismo es casi siempre malinterpretado como comunismo por haber sido ambos acuñados en el célebre Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, pero son muy distintos. La principal diferencia es que en el socialismo se pretende dar un trato justo y equitativo a todos los miembros de la población, mientras que para el comunismo todas las personas son iguales y deben recibir el mismo trato para “no discriminar”. Es por esto que se ve al comunismo de una mala perspectiva e incluso se sataniza también el socialismo, pues en países como Cuba, China y Corea del Norte la gente vive en condiciones deplorables gracias a un gobierno comunista, que más cerca estaría del fascismo o incluso de una dictadura absolutista, desechando por completo los ideales puros de Marx.
            En términos más simples, en un país capitalista, un hombre con una cubeta de mangos puede plantar las semillas, tener árboles de mango y vender sus frutos en el mercado para vivir de ello; en un país capitalista, un hombre con una cubeta de mangos que ve que su vecino no tiene ninguno, le daría la mitad de los suyos y ambos cultivan las semillas para que todos tengan algo de mangos y la cantidad que cada quien tiene sea justa.
            Algo que quisiera resaltar es la diferencia entre el socialismo y el comunismo. Desde siempre mucha gente ha vivido engañada y en confusión acerca de estos términos, y suelen relacionarlos más de lo debido, incluso hasta mezclarlos y pensar que son lo mismo.
            En el Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, uno de los documentos más importantes del mundo moderno (y quizás de la historia), se explica de forma detallada lo que su ideal engloba. En el capítulo 2, Proletarios y Comunistas, se dice: “El propósito inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los partidos obreros: constitución de los proletarios en clase, destrucción de la supremacía burguesa, conquista del poder político por el proletariado.”[4] Marx y Engels buscaban unir a los miembros de la clase trabajadora, la más oprimida de su época durante la Revolución Industrial, para que se apoderaran de los medios de producción, así como de la clase burguesa que los poseía, y así formar una organización liderada por el pueblo. Hasta aquí se puede definir como socialismo o comunismo, pues ambos tienen la misma base, pero después en el mismo manifiesto, se menciona lo siguiente: “En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada.”[5] A partir de este punto se marca una línea, pues el comunismo toma forma. Para los comunistas, no debería existir la propiedad privada, que es el hecho de que cada quien tenga pertenencias personales, si no que deberían repartirse entre toda la población por igual. De ahí el término “comunismo”, de que todos deberían ser iguales, comunes, sin distinción alguna.
            Por otro lado, el socialismo es un poco distinto. Hasta la parte de la abolición de clases y la toma del poder por parte del pueblo ambas corrientes son casi lo mismo, pero difieren en el trato que dan a las personas. Pierre Leroux, uno de los pioneros del socialismo, dijo lo siguiente en cuanto al término: “Soy socialista sin duda, si se quiere entender por socialista la doctrina que no sacrifica ninguno de los términos de la fórmula Libertad, Fraternidad, Equidad, Unidad, sino que todos los aúna.”[6] Leroux explica que un socialismo puro no elimina la libertad de una persona quitándole sus bienes y su derecho de poseer algo, si no que le permite tener lo que merece. No se busca una igualdad al punto de ver a todos como lo mismo, sino crear una cultura de equidad en la cual todos obtengan lo que merecen y se sientan satisfechos con lo que poseen. A cada quien se le da según lo que necesite, y se le pide según lo que puede aportar.
            Ahora, ¿hacia dónde va toda esta plática política tan confusa? Veamos ahora los puntos buenos y malos que cada teoría representa, para así formarnos un criterio propio cuál sería mejor y más conveniente aplicar.
            Primero hablemos de las necesidades que cada uno busca satisfacer, pues todo alrededor de lo que cada quien quiere para sí mismo. El capitalismo está abierto a mercados internacionales, comercio exterior y negociaciones de todos los tipos existentes, por lo tanto cada comerciante puede obtener sus propias ganancias y aumentar su fortuna. El objetivo de un país capitalista es obtener ganancias económicas cada vez mayores, y de hecho más que un objetivo es una consecuencia de que sea capitalista. Al no poder el Estado intervenir en las actividades comerciales privadas, queda sobre los empresarios el peso de enriquecer al país en términos de inversión extranjera, comercio exterior, establecimiento de franquicias, exteriorización del producto nacional, entre muchas más actividades económicas. Lo que el Estado hace en esta situación es crear lazos y relaciones con otros países para abrir más el mercado, esto mediante tratados y convenios.
            El socialismo, por su parte, no tiene como meta acceder y permanecer en un mercado internacional competitivo, sino que busca satisfacer las necesidades de la clase trabajadora en conjunto, ya que es el gremio más grande de la sociedad. Albert Einstein, fiel socialista, escribió: “Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido -- exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas.”[7] En este ejemplo representado con insectos, Einstein explica de una forma muy práctica la necesidad de los seres humanos de ayudarse entre sí para formar una sociedad auténtica, no sólo de conceptos, también de acciones. El socialismo no busca satisfacer a los montones de empresarios quienes, a pesar de que sus rebosantes fortunas cada vez crecen más al punto de abarrotar instituciones bancarias, encuentran siempre formas nuevas de ganar más dinero. Por el contrario, busca ayudar a los que hacen posibles esas fortunas, a los trabajadores que casi se matan trabajando por hacer de una empresa de calidad lo que es. Muchas veces ellos son los que se esfuerzan más, y reciben menos. Ya lo dijo Félix el Gato, “La persona que tiene que hornear un pan para ganar el dinero para comprar una rebanada no es libre”[8].
            Otro punto a desarrollar es el asunto de la propiedad privada. Del lado del capitalismo, la propiedad privada es por completo aceptada, no se impide que cualquier particular posea empresas, acciones o propiedades, ni que haga uso de ellos como desee. Por el mero hecho de estar abiertos a un mercado global que crece de forma constante, es imposible cerrarse al comercio y la adquisición de nuevos bienes, y es por eso que se permite e incluso se exhorta la propiedad privada. En un país capitalista, como lo son la mayoría en el mundo, hay mucha cultura de relaciones exteriores, comercio con otros gobiernos, empresas privadas y de dominio público, es poco común un país que se cierre al comercio y consuma producto local más que nada. Gracias a la globalización se han maximizado las relaciones entre países, dando pie al establecimiento de empresas antes poco comunes en ciertos sitios y que ahora casi que los han abarrotado. Aunque tiene sus puntos buenos, yo pienso que es algo malo, pues a largo plazo permitirá la degradación del comercio local y la producción por parte del pueblo de las mismas naciones que permiten la entrada a tantas franquicias. Como dijo el poeta surcoreano Ko Un: “Sin embargo, el fenómeno de la globalización actual, en su afán de unificar los mercados, está poniendo en peligro las variedades culturales, su identidad, además de deteriorar su capacidad creativa.”[9] Estoy muy de acuerdo con él, pues gracias a la globalización las culturas, más que unificarse, se están desprendiendo de sus raíces para formar un solo mercado global, más orientado a los intereses de las empresas que de la gente.
            Por su parte, el socialismo ve la propiedad privada no como algo malo, sino como algo que puede dificultar o impedir la justa repartición de los bienes entre la población, por lo que se permite la propiedad personal hasta cierto punto, según el lema de Karl Marx, “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.”[10] Uno puede tener lo que quiera, pero hasta el límite de que no se exceda a obtener bienes que no necesita mientras otros sí. La razón de que se llame socialismo es porque los miembros de la sociedad deben ser recíprocos entre sí, y prestar u obsequiar los bienes que no les sean necesarios a los que no los tienen. Asimismo, el Estado que funja como regulador entre las actividades del pueblo debe asegurarse de que todos tengan lo que necesitan, que a nadie le falte. Es por eso que la propiedad privada se permite, pero es regulada con objeto de no impedir la sana convivencia entre la población.
            Algo muy importante que resaltar es el tipo de producción que se lleva a cabo en cada uno de los sistemas. El capitalismo se enfoca en la producción personal, un trabajo individual que, gracias al esfuerzo de cada uno por su parte, puede generar ingresos para esa misma persona. Es por esta razón que existen tantas mega corporaciones con fortunas impresionantes, las cuales han llegado hasta donde están mediante trabajo duro y esfuerzo de un emprendedor. Carlos Alberto Ruizvelasco, fundador y CEO de la empresa mexicana de moda CLOE, dice al respecto:
No vendemos por precio sino por diseño, calidad y detalle; el cliente reconoce esto y está dispuesto a pagarlo. Por esto, nuestro primer ingrediente para lograr la excelencia es la mano de obra y los materiales para tener el producto que queremos vender en el mercado.[11]
            Su política de excelencia es lo que le ha ayudado a su marca a posicionarse en un puesto muy alto dentro de un mercado internacional bastante demandante. Hoy en día, CLOE es reconocida en todo el mundo como una de las marcas mexicanas más importantes gracias a sus estándares de calidad, y es así como el señor Ruizvelasco ha hecho su fortuna.
            El socialismo, por su parte, enfoca su visión sobre producción en una inversión colectiva, con trabajos que den frutos para toda la sociedad. En un país socialista no hay mucha producción empresarial que dé como resultado ganancias para privados, sino que existen empleos con el fin de satisfacer las necesidades de la población en conjunto. Esto es un punto bastante bueno porque permite la colaboración y el trabajo en equipo de mucha gente, generando confianza, tolerancia, respeto y una actitud positiva de emprendimiento entre las personas. El fundador y director de Yakult México, Carlos Kasuga, dijo una vez:
Éstas pequeñeces hacen que la gente se sienta bien y tomada en cuenta. Y es que más que en el sueldo económico, se debe pensar en el sueldo moral que se le da a la persona. Hay que hacer que el ser humano se sienta útil, necesario, respetado y querido en una empresa.[12]
            El señor Kasuga tiene una visión más humana del trato a la gente que muchas empresas de producción masiva, y se preocupa por el bienestar de sus empleados, como dicta el socialismo. De esta forma se satisfacen las necesidades de todos, según lo que merecen y pueden dar.
            El último punto que quisiera desarrollar es quizás el motor de este ensayo: la organización política, económica y social según cada sistema.
            El capitalismo, por ejemplo, suele ir de la mano con conceptos como la república, la democracia, el parlamentarismo, e incluso la monarquía. En un país de este tipo se separan las transacciones comerciales de la parte política de la nación, teniendo el gobierno poca o casi nula presencia en las relaciones comerciales. Es por eso que el predominio de franquicias y corporaciones privadas es común, además de que cada día aparecen nuevas ideas emprendedoras para fundar empresas. La economía suele ser llevada en conjunto por los privados y el sector público gubernamental, por lo cual el mercado no tiene tantas limitaciones por parte del gobierno, al contrario, lo regula mediante leyes como el Código Mercantil. Las ventajas de contar con el capitalismo son muchas, pues permite a los ciudadanos ejercer sus derechos y libertades (votar, comerciar, libre tránsito, libre pensamiento, etc.), permite el acceso a innumerables bienes y servicios, y promueve el crecimiento económico de un país. Sin embargo, también cuenta con un lado oscuro, pues no se enfoca en el desarrollo y bienestar común, sino que está más inclinado a la libertad individual, el progreso de cada quién por su parte, y esta búsqueda de la mejora personal en ocasiones hace que ocurra una deshumanización y se pierda la noción de reciprocidad entre las personas de una comunidad.
            El socialismo por su parte está más inclinado a resolver las necesidades básicas de la población. No hay autoridades imponentes que dicten lo que los ciudadanos deben o no hacer, sino que la gente se organiza para hacer lo que sea mejor para todos en conjunto. Como dijo Lenin: “El objetivo del socialismo no es únicamente eliminar el  fraccionamiento de la humanidad en pequeños Estados y todo aislamiento de las naciones, sino también la fusión de éstas.”[13] El revolucionario ruso por excelencia hablaba muy claro cuando decía que se buscaba eliminar las divisiones y unir a los pueblos, ya que buscando el bien individual y creando barreras no mejora la humanidad, se hunde más. Creo que es lo que nos falta en la sociedad actual, un poco más de empatía. Si gente como Donald Trump, Vladimir Putin y Kim Jong Un, por ejemplo, dejaran de aislarse en su propio mundo de negocios egocéntricos y se conectaran mejor con los demás, este mundo sería algo completamente diferente.
            Tras un arduo trabajo de investigación, mucha lectura y una constante comparación entre dos ideales que parecen distanciarse más cada vez que son enfrentados, llegué a la siguiente conclusión como respuesta a mi pregunta inicial: De ambos sistemas de organización política, económica y social, no hay uno que sea mejor que el otro, ambos tienen sus altas y sus bajas. El capitalismo puede ser bueno en cuanto a mejoras en la economía, posicionamiento elevado en el mercado global y alzas en el PIB y el valor de la moneda de cada nación, así como puede causar empobrecimiento de las clases bajas, desbalanceo en los sueldos otorgados y una inclinación de las clases altas a poseer y comerciar tanto que se olvidan de ayudar a los que no tienen suficiente. Asimismo, el socialismo puede ser muy útil en cuanto al trato equitativo que ofrece a todas las personas por igual, al planificar la economía en base a las necesidades sociales de mayor proliferación y al enfocarse en mejorar una sociedad en conjunto más que a cada individuo, pero pueden contrarrestarse estas cualidades con la inexistencia de la competencia en forma de superación personal, el posible pago insuficiente según el trabajo que se desempeñe y la abolición de la propiedad privada.
            Lo que haría la diferencia sería cómo se aplique en la sociedad. Mientras se ponga todo el esfuerzo en saciar las necesidades de la gente y otorgarles una calidad de vida buena, no debe haber problema. Y es justo aquí donde muchos han fallado. Entre los países capitalistas que se han olvidado del espíritu de crecimiento y desarrollo personal para sustituirlo por una carrera constante de acumular riqueza banal, figuran los Estados Unidos de América, Alemania y el Reino Unido recién salido de la Unión Europea, quienes se han enfocado demasiado en la riqueza personal que olvidan atender las necesidades de sus ciudadanos. También, entre los países que se dicen socialistas pero han deformado ese ideal hacia un comunismo totalitario, vemos a Corea del Norte, Cuba y una Rusia confundida entre capitalismo, comunismo, socialismo y semipresidencialismo, los cuales han llevado a un trato inhumano de la gente y un deseo creciente en ellos de dejar su patria para ser libres por fin. El novelista español Miguel Delibes escribió una vez: “Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad.”[14] Concuerdo con él en gran manera, pues la gente de hoy en día ya no se quiere esforzar en sociedad, sino que quieren que la sociedad se esfuerce para ellos y así vivan bien, sin mover un dedo.
            Como última reflexión, quisiera comparar todo este asunto con un libro clásico de la literatura moderna, Rebelión en la Granja. En él, los animales de una granja inglesa se rebelan contra el granjero opresor y violento que por tantos años abusó de ellos para obtener ganancias, e instauran una nueva forma de organización donde todos participan en las decisiones importantes y trabajan para ellos mismos, no para alguien más. Todo marcha bien hasta que un grupo de animales, los cerdos, comienza a tomar control de la granja y hacer que el resto de los animales trabajen de más y los mantengan a ellos. Ahí se marca una diferencia de clases entre las especies, y los cerdos se sienten superiores a todos, pensando que tienen el derecho de oprimirlos y sacar provecho de su esfuerzo.
            Este libro es una clara representación de la eterna lucha de clases que describió Marx y que, aunque no sea tan notorio, prevalece hasta nuestros días. Todos quieren ser superiores a los demás y sacar provecho de otros para su propio beneficio. Es por esto que se forman las “clases altas” o “clases superiores”, por el egocentrismo de muchos. Una frase que me impacta siempre de este libro es la siguiente, mostrada cuando los cerdos ya han tomado posesión casi completa de todo en la granja: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.”[15] Con esto, Orwell quiso expresar la creencia de los altos mandos mundiales y empresarios de más alto calibre, de que son superiores a otros y no merecen estar con la gente común, lo cual me parece muy triste y me hace dudar de la preocupación que dicen tener los políticos de cuidar del pueblo, si es en verdad genuina o sólo una excusa para recaudar votos fondos y llenar de billetes sus cuentas de banco.
            Sólo me queda hacer una pequeña crítica a la organización mundial de la actualidad y a todos los peces gordos de la política (que lo más probable es que nunca me lean, pero no está de más darles algo de retroalimentación). Si nos fijáramos más en ayudar al necesitado que en pedir ayuda que no necesitamos, todo sería muy diferente. Debemos desarrollar algo, aunque sea un poco, de empatía, agradecer por lo que tenemos, aportar al que no tiene y tener un espíritu de compasión, que parece estar extinguiéndose. Si todos ponemos un poco de nuestro esfuerzo en ello, no importa si estamos en un país capitalista, socialista, comunista, absolutista, monárquico o completamente desorganizado, al menos habrá un poco de humanidad, que es lo que más se necesita en tiempos como éstos.
BIBLIOGRAFÍA
·         ¿Por qué socialismo? Albert Einstein. Monthly Review New York, 1949.
·         Crítica del Programa de Gotha. Karl Marx. Ediciones ElAleph, 2000.
·         Del individuo y del socialismo. Pierre Leroux. Revue encyclopédique, 1833.
·         Diccionario de la Real Academia Española. Versión digital: www.rae.es
·         Entrevista realizada por la revista electrónica El Cultural a Ko Un.
·         Entrevista realizada por la revista Entrepreneur a Carlos Alberto Ruizvelasco Tapia.
·         Entrevista realizada por la revista Forbes México a Carlos Kasuga Osaka.
·         http://www.teinteresa.es/cultura/citas-imprescindibles-Miguel-Delibes_0_1670233220.html el 20/03/2017.
·         https://es.wikiquote.org/wiki/Guerra
·         La enfermedad infantil del ‘Izquierdismo’ en el comunismo. Vladimir Ilyich “Lenin” Ulyanov. Obras Edición Argentina, 1975.
·         Manifiesto del Partido Comunista. Karl Marx y Friedrich Engels. Ediciones ElAleph, 2000.
·         Pat Sullivan’s Felix the Cat. Pat Sullivan. Felix Comics, Inc., 1955.
·         Rebelión en la Granja. George Orwell. Editorial Debolsillo, 2013.




[1] Séneca, Lucio Anneo. Frase rescatada de sus escritos sobre filosofía y guerra.
[2] Diccionario de la Real Academia Española. Consultado en: http://dle.rae.es/?id=7KCG1Bg.
[3] Diccionario de la Real Academia Española. Consultado en: http://dle.rae.es/?id=YBvpVSl.
[4] Marx, Karl y Engels, Friedrich. Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones ElAleph, 2000. Pg. 50.
[5] Marx, Karl y Engels, Friedrich. Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones ElAleph, 2000. Pg. 51.
[6] Leroux, Pierre. Del individuo y del socialismo. Revue encyclopédique, 1833.
[7] Einstein, Albert. ¿Por qué socialismo? Monthly Review New York, 1949.
[8] Félix el Gato. Pat Sullivan’s Felix the Cat. Felix Comics, Inc., 1955.
[9] Un, Ko. Extracto de una entrevista realizada por la revista electrónica El Cultural. Consultada en: http://www.elcultural.com/revista/letras/Ko-Un/19758 el 24/11/2018.
[10] Marx, Karl. Crítica del Programa de Gotha. Ediciones ElAleph, 2000.
[11] Ruizvelasco Tapia, Carlos Alberto. Extracto de una entrevista realizada por la revista Entrepreneur. Editorial iasa Comunicación. Volumen 24, no. 07, edición Julio 2016. Pg. 16.
[12]  Kasuga Osaka, Carlos. Extracto de una entrevista realizada por la revista Forbes México. Consultada en: https://www.forbes.com.mx/carlos-kasuga-el-lider-detras-de-yakult/#gs.e8vBCJ8 el 15/03/2017.
[13] Ulyanov, Vladimir Ilyich “Lenin”. La enfermedad infantil del ‘Izquierdismo’ en el comunismo. Obras Edición Argentina, 1975. T. 31, pg. 87.
[14] Delibes, Miguel. Frase popular del autor. Consultada en: http://www.teinteresa.es/cultura/citas-imprescindibles-Miguel-Delibes_0_1670233220.html el 24/11/2018.
[15] Orwell, George. Rebelión en la Granja. Editorial Debolsillo, 2013. Pg. 112.

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