A propósito de la Eneida
Énder Velarde García
4º semestre de preparatoria
Quien
siempre dice la verdad, puede permitirse tener mala memoria.
Theodor
Heuss
Los
romanos no fueron los únicos ni los primeros en inventar una historia.
Los niños
pequeños son verdaderos artistas. La imaginación desbordante propia de la edad
les permite crear mundos en contextos de lo más variados. Recordemos los juegos
de los cuales éramos partícipes hace algunos años.
Las
mentiras brotaban como mala hierba. ¿Cómo era posible inventarse guerras de
LEGO, duelos Yu-Gi-Oh!, batallas Pokémon y demás aventuras de la época?
Otra
pregunta sería, ¿por qué lo hacíamos?
El
psicólogo Charles Fernyhough, de la Universidad de Durham, señala que los LEGO están compuestos de un material que
no representa nada, a partir del cual se crean cosas que sí representan,
como personajes, herramientas u objetos.
Es por
ello que a los niños les gustan los LEGO.
Por eso de
niños mentimos tanto, o en otras palabras que casi suenan a poesía, adornamos la realidad.
Otros
ejemplos.
Los
seudónimos que utilizan los escritores al publicar sus obras, los músicos al
firmar sus canciones y hasta los poetas callejeros al inventarse muros, son
utilizados para ocultar identidades, pero también para crear sellos personales
o marcas de prestigio.
¿A quién
le interesan dos sujetos llamados Ronald David Wood y Michael Philip? Pero a
qué músico o conocedor de la música no le interesan Ronnie Wood y Mick Jagger (The Rolling Stones). El nombre de la
banda, y hasta los nombres de los tipos, atraen pensamientos muy distintos a
los que traerían los nombres de un tal Ronald David o Michael Philip.
Crearse
una historia, un origen mítico, una familia famosa, puede resultar dificultoso.
El que dice una mentira no sabe qué tarea
ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la
certeza de esta primera, dijo Alexander Pope.
Es cierto
que si queremos ser más grandes, tendremos que cargar con más información,
historias entrelazadas y secretos de por vida.
No está de
más soñar o ilusionarse un poco. No sería grato no dedicarnos halagos de vez en
cuando. Hace sentir bien, con aires de grandeza, se abren caminos y puertas. Si
los romanos lo hicieron, por qué habríamos de detenernos.
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