La Vendetta de Guy de Maupassant
José Armando Salcedo
4º semestre de preparatoria
No soy un fanático del horror. No me pidan decir
historias de miedo, ni me inviten a ver en próximo exorcismo realizado en un
edificio viejo, semi-destruido y húmedo, donde las conexiones eléctricas fallan
como resultado de la tormentosa noche que despierta alaridos agudos y brincos
repentinos en la sala de cine, pues los ignoraré. Me rehúso a asustarme por
gusto, y menos si debo pagar un boleto para ello.
Sin embargo, es imposible escapar de la crueldad,
terror, suspenso u horror en la vida, la cual a sufrir tragos amargos
ocasionalmente. Por eso no corrí cuando empezamos a leer el texto de Guy de
Maupassant. Despreocúpense, sólo bromeo.
Sinceramente, aun cuando no lo hubiese leído por
iniciativa propia, me pareció interesante desde el principio. La faceta
descriptiva del relato le sentó muy bien, ayudando a recrear mejor el panorama.
Fue una historia de venganza, la cual orillaría a la
protagonista principal a dedicar tiempo dentro de su vida para entrenar a su
perro, quien eventualmente mataría a su objetivo. La trama es sencilla, pero no
tan predecible. Supongo que nadie imaginó cómo la viejecita consumaría su
venganza.
“La venganza nunca es buena, mata el alma y la
envenena”, le diría Ron Damón a El Chavo. La frase denota la maldad y
crueldad prevalecientes en el acto.
Aún teniéndolo en cuenta seguimos siendo testigos de
historias con un trasfondo vengativo, que resulta atractivo si lo realiza el
villano o el héroe. Al ocurrir la primera opción, como con Venom, lo odiaremos
con el alma y esperaremos su derrota con ansias. Pero al suceder al revés,
apoyamos al héroe hasta el final. Negarlo es incongruente con la realidad. La
serie “Dexter” fue un éxito; Sherlock Holmes no descansará hasta encontrar al
Profesor Moriarty; Gokú siempre vengará la muerte de sus amigos.
Observemos que la dulce venganza es y será un
intrigante tópico literario, así como de otras tantas formas de arte. Y por qué
no, también aparecerá espontáneamente en tu mente.
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