Historia
Gerardo Carmona Gómez
4° semestre de preparatoria
Gerardo Carmona Gómez
4° semestre de preparatoria
“¿Qué tal?”
“Hola”
“¿Cómo te llamas?”
“Maximiliano”
“¿Cómo el emperador?”
“Sí, supongo.”
“Y, ¿qué te gusta hacer?”
“Pues, no sé, salir, creo.”
“¿Y de dónde eres?”
“De un pueblo por ahí”
“Bueno. ¿Qué me dices de tu
familia?”
“¿Qué tiene mi familia?”
“¿A qué se dedica?”
“Trabaja.”
“¿En qué o qué?”
“No sé, creo que con mieles”
“Me encanta la miel; ¿no eres de ese
famoso pueblo al este de donde se producen las mieles Cajiunda?”
“Sí, creo que algo así se llama el
negocio familiar”
“¿Y qué familiar tuyo abrió el
negocio?, ¿cómo?; son un éxito sus productos.”
“No sé, cuando nací ya estaba.”
“Vaya que eres aburrido, ojalá te
mueras por aburrido. Adiós.”
Pensemos que Maximiliano realmente no sabía y era
indiferente a esos conocimientos, y que no era sólo una persona amargada que
intenta evitar una conversación. Notamos que Maximiliano no ayudaba a platicar,
por más que le intentaban sacar palabras daba respuestas frías y cortantes, con
lo que entorpecía el poder establecer una verdadera conversación, y por ende,
imposibilitaba llegar a alguna relación amistosa. Parece exageración, un
individuo que desconoce su historia, en este caso familiar, se limita a
responder de manera breve lo que se le pregunta, sin poder ir más allá; pero
puede llegar a suceder. Con esto se señala de manera clara una de las razones
por las que es importante conocerse a uno mismo, a la familia y a la historia:
tener de qué hablar.
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