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miércoles, 8 de mayo de 2013

Rómulo y Remo / José Armando Salcedo Delgado


                A propósito de la Eneida
José Armando Salcedo Delgado
4º semestre de preparatoria
Debo admitir que Historia no es mi materia favorita. Tantas fechas, suceso tras suceso, termina abrumándote. Pero ese día fue distinto. El profesor nos mostró el origen de la ciudad de Roma. De cómo Rómulo y Remo, sí, los hermanos gemelos lactados por una loba, decidieron fundar una nación de la nada. Esta hazaña culminaría tras una batalla mortal, donde Rómulo vencería a su hermano. De ahí que se llame Roma.
El tiempo fluyó y la Roma antigua comenzaría a desarrollarse. El primer emperador, César Augusto, pensaría del anterior suceso como indigno de formar parte de la historia de su territorio. ¿Cómo es posible que así naciera mi vasto imperio?, supongo que se preguntó. No lo podía permitir. Deseaba un origen más fantástico, maravilloso, a la altura de los romanos, y discretamente también de la nación griega. Así que, con el poder inferido en él, encomendó a Virgilio, poeta estrella de aquel entonces, redefinir la historia. Aquí entra su creación, la Eneida, cuyo personaje principal es Eneas, donde explica la fundación mística de Roma.
¿Hizo mal César? No podemos juzgarlo solo por esconder la cruda realidad. Hay veces donde es necesario. Con relación a ello, rememoro al viejo perro de mi primo. Se llamaba Beto. Como todo perro, disfrutó su vida junto a su dueño y su familia. Pero, el destino fue cruel. Se llenó de garrapatas, a tal grado que los veterinarios ya no podían mejorar su situación. Sufría, y en un acto piadoso, se le sacrificó. A mi primo le dijeron que Beto había escapado. La realidad era muy dura para él. No necesitaba la verdad en ese instante. A la fecha, ignoro si la conoce.
Pero, la realidad no tiene que ser inclemente para ser cubierta. ¿O será que Santa Claus comete crímenes durante la Navidad y usa la repartición mundial de regalos como una coartada? No lo creo, aunque suena interesante. A los niños les cuentan de Santa, así como del hada de los dientes, el conejo de pascua, y otros personajes de fantasía. ¡Hasta han peleado juntos contra el mal! (Si ya vieron El Origen de los Guardianes me entenderán). Los niños crecen creyendo en magia, y el mundo es de flores bellas, hasta crecer lo suficiente y encontrarte comprando tus propios regalos un día antes de Navidad. Son mentiras piadosas, felices, sin problemas.
También, esconder la verdad puede brindar esperanza, impulsar tus objetivos, dar seguridad. La muerte, por ejemplo, es un evento doloroso e inevitable. Tan solo pensar que, dependiendo de tus actos, decidirás tu destino final, sea este el purgatorio, el cielo, el infierno, u otro lugar, te incita a portarte bien en vida. Te reconforta, evitando la brutal realidad de un cuerpo apagado, en putrefacción continua, fundiéndose con el subsuelo y transformándose fríamente en materia distinta.
Pero, la realidad no merece ser constantemente encerrada. La misma sociedad puede orillarte a ello. Los estereotipos, críticas, bromas, suelen ser crueles, forzándote a ocultar parte de tu verdadera identidad. La realidad podrá ser cubierta, pero jamás desaparecida por completo. En ocasiones la valentía es crucial para expresarla.
¿Viviríamos mejor sin tapar la realidad siempre? Sherlock Holmes lo detestaría, pues recibiría menos casos por resolver. Aunque negativos, los crímenes son excelentes ejemplos de la realidad cubierta. Me fascina la forma en que este tipo haya solución a problemas con deducción, observación, discernimiento, ingenio y perspicacia.
De hecho, nunca sabes cuando la realidad se esconde. Por eso es importante cuestionar a tu alrededor. No hay que aceptar lo primero que te dicen. Convertirse en Sherlock de vez en vez le ayudará a la realidad a salir a flote, y así no caer en la finta, como muchos romanos lo hicieron en su época al no ser escépticos.

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