The candle burned Gerardo
Carmona
4º semestre de preparatoria
Un cuento nuevo, “The candle burned”. Se trata de un
cuento de ciencia ficción, cuyo enfoque es un poco diferente a lo que uno suele
pensar como literatura de ese género. Plantea un futuro quizá no tan lejano,
uno en el que la lectura ha quedado olvidada casi por completo. No es una idea tan
nueva, escritores como el renombrado Isaac Asimov han planteado tal futuro
(quizá por ser, al parecer, un temor común entre los escritores). Lo
interesante del cuento es la manera en que logra transferir cómo esa sociedad,
al no leer se ha transformado en una sociedad triste, una sociedad vacía; logra
convencer a través de su argumentación de que con la desaparición de la
literatura desaparece también una forma de felicidad, sea esto real o no.
El tiempo para leer se
vuelve cada vez menos, hasta llegar al punto en el que no existe tal: ni un
segundo se toman, o se pueden tomar las personas para leer. Los intereses de la
gente no lo incluyen quizá porque ya ni siquiera saben que existe tal acción.
Tal situación deja a un maestro de literatura con apenas un hogar.
Ofrece clases de
literatura, pero durante los primeros diez años desde que se anunció, seis
llamadas de personas no interesadas en las clases fueron las únicas recibidas. Pero
llega, al fin, una llamada ya no esperada, mas no por eso indeseada. ¡Un
cliente! Alguien con interés en tomar un curso de literatura.
El maestro comienza a
apasionarse con las clases al sentir cómo lograba trasmitirle a alguien más
todo aquello que a él le fascinaba y que ese alguien también lo encuentra
interesante.
Pasa el tiempo y el
alumno desaparece. El maestro no escucha novedad alguna sobre su alumno; del
cuál sí había noticias en la red. Resulta ser el alumno un robot que robaba
comida, entre otras cosas, para pagar las clases. Había sido un robot
interesado por la literatura y la preservación y difusión de ella.
Cuando parece ser el
final, llaman a la puerta del maestro dos pequeñines de quienes el robot era
niñero. Ellos habían sido enviados por él para aprender sobre el arte olvidado.
Al robot le interesaba que ellos aprendieran, quizá porque en su programación
se encontraba el preocuparse por las personas que se le asignaran, estando la
educación entre estas preocupaciones; o quizá sí fue un robot cuyos circuitos a
través de la imperfección le dieron conciencia humana, interés por las artes y
vio a los niños como un medio para que la literatura ya no fuera un arte
muerto.
Sea cual fuere el
motivo, el robot seguía unos ideales un tanto acertados. Extinguir la escritura
es extinguir la historia de la humanidad. Deshacerse de cualquier arte lo es,
pero siendo la escritura la manera de expresarse más común tras el habla, ¡son
miles de Yottabytes de información los que se pierden! Y un pueblo con alta
tecnología pero limitada información es probablemente la más terrible
combinación que puede haber después de chocolate con naranja. Así de malo.
Puede ser una mezcla peligrosa tanto para el pueblo como para los demás
pueblos.
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